El "éxito" de las Fuerzas Armadas en la semana que culmina, fue haber dado de baja en un bombardeo a 33 guerrilleros en Arauca. Para las Farc es el saldo de 11 soldados muertos en una emboscada, en el mismo período y departamento.
Historia dolorosa y repetida por seis décadas de guerra entre colombianos. En este año, 34 niños y niñas, la mayor riqueza de una sociedad, han sido afectados por minas antipersonal, tres de ellos murieron y 31 restantes fueron lesionados. Y la cuenta continúa.
Entre 1990 y 2012 cerca de 9.665 (entre civiles y militares) fueron víctimas de las minas antipersonal y la munición sin explotar. Somos el segundo país con más víctimas nuevas en el mundo.
Antioquia, que tiene el mayor registro de afectación por minas, tardó casi seis años para declarar a San Carlos "libre de sospecha de minas", el primero de los 625 municipios del país que requieren algún nivel de limpieza. ¿Cuánto tardaremos para finalizar? Los Colombianos, civiles, militares, guerrilleros, merecemos más, mucho más. Por ello, con ocasión de la promesa de las Farc de liberar soldados y policías en su poder, debemos abrir espacio a un momento de reflexión.
Esta guerra debe llegar a su fin, estamos obligados a transformarla. No estamos en el umbral de una negociación de paz, falta confianza por reconstruir. Hay actores de poder en la sociedad que perdieron la fe, las Fuerzas Armadas desconfían de los amigos de una negociación y también de la voluntad de una guerrilla, que a su vez desconfía del Gobierno. Vivimos un conflicto degradado que impide la sintonía de una sociedad ansiosa de mayor humanidad y de paz definitiva.
La liberación de los uniformados se produce en el inicio de la Semana Santa, al tiempo que ongs, víctimas, gobiernos locales, regionales y nacional convocaremos el país a "Remangarse", un gesto que busca sensibilizar sobre el sufrimiento que produce el uso de esta arma. Alrededor de 159 estados, entre ellos Colombia, han prohibido las minas y han destruido sus arsenales. Logro importante pero no suficiente. Los ciudadanos estamos haciendo nuestra parte. Llegó la hora que el Gobierno, el Eln y las Farc profundicen en la decisión de humanizar este conflicto. El Gobierno de Juan Manuel Santos , al reconocer el conflicto armado, abrió la puerta a escenarios de humanización del mismo.
El sostenido y aún imperfecto proceso de promoción al respeto de los derechos humanos y del DIH, al interior de las Fuerzas Armadas, la repetida mención de la llave de la paz son simbolismos que hablan sobre la disposición a escenarios diferentes a la confrontación. El Eln ha dicho querer avanzar en la aplicación del DIH, las Farc han manifestado su renuncia al secuestro de civiles y estamos atentos a las liberaciones prometidas. Entretanto, la guerra y el desangre entre colombianos continúa.
Podemos avanzar más
Las guerrillas y el Gobierno pueden y deben profundizar el camino iniciado con las decisiones anteriormente descritas. Las Farc y el Eln pueden discutir sobre el grave daño que ocasionan las minas, su efecto sobre la población civil, sobre los miembros de las Fuerzas Armadas y la propia guerrilla. Pueden acordarse procedimientos para facilitar la limpieza de campos minados, respondiendo a intereses humanitarios como acceso a fuentes de agua, escuelas, centros de recreación o puestos de salud.
El Gobierno y las guerrillas pueden aceptar que civiles capacitados, neutrales, desarrollen acciones de limpieza de minas sin que ello signifique ventajas militares. Con confianzas construidas y decisiones audaces, guerrillas y Gobierno pueden llegar a acuerdos sobre el DIH que permitan abandonar el uso de minas antipersonal. De esta forma podremos conseguir el país próspero y justo que soñamos. Un país al alcance de los niños que les permita, por lo menos, estrenar la mayoría de edad con los sueños y el cuerpo completos, para que cuenten para algo más que protagonizar desdichas.
*Coordinador campaña Colombiana contra Minas. Colaboración especial.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6