El frontis de una de las iglesias más emblemáticas del Centro de Medellín amaneció ayer con marcas de pintura en dos de sus puertas y fachada, tras culminar una movilización de mujeres, el pasado lunes.
Aunque los daños no son cuantiosos y desde ayer se inició la tarea de limpieza, de nuevo surge la pregunta sobre el cuidado de los 121 bienes que han sido declarados de Interés Cultural, en este caso de la centenaria Iglesia San Ignacio de Loyola.
Según Luis Felipe Saldarriaga, arquitecto de Patrimonio Cultural del Instituto de Cultura y Patrimonio de la Gobernación de Antioquia, es común y frecuente que en las guerras y protestas se destruya o altere el patrimonio porque son símbolos e instalaciones “que le duelen a la gente”.
De hecho, explicó, la ley 340 de 1996 se creó para la protección de ese patrimonio cultural, pero poco se hace al respecto y los bienes ni siquiera están señalizados como dicta la ley.
“Todo el patrimonio está lleno de memoria e historia, y el Estado avanza muy lento en su protección”, y aunque hay más de 100 bienes, los ciudadanos no están formados al respecto y “pasan por los lugares sin reconocer su importancia y ni se dan cuenta de que están allí”, agregó Saldarriaga.
El párroco de la iglesia San Ignacio, Guillermo Zuleta Salas, contó que las afectaciones de la jornada de protestas fueron pintura en la fachada de piedra, en la puerta central y en la lateral izquierda.
Zuleta explicó que independiente del grupo que haya sido, todos tienen derecho a expresar sus opiniones, acuerdos y desacuerdos pero que “lo lamentable es que se termine haciendo daño a un edificio que es patrimonio histórico y cultural y referente de ciudad”.
La iglesia tiene 217 años de antigüedad, constituyéndose como uno de los edificios más antiguos de la ciudad y, junto con el claustro y la plazoleta, fueron declarados bien de interés cultural del ámbito Nacional con la resolución 2067 del 16 de julio de 2013 del Ministerio de Cultura.
Actualmente, y desde hace tres años, a la parroquia se le están realizando intervenciones internas y externas de restauración y mantenimiento por parte de la misma iglesia y de la comunidad de creyentes. “Aunque es patrimonio, no estamos recibiendo ayuda material de instancias gubernamentales o estatales”, dijo el párroco.
Desde ayer se realizó la limpieza de las puertas “porque no nos interesa dejarlo ahí como evidencia, lo importante era llamar la atención a estos actos que afectan los bienes de toda la comunidad”, finalizó.