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Antioquia carga con el mayor número de víctimas

Según el informe de la Ungrd, entre 2006 y 2014 se presentaron 888 eventos que dejaron una cifra fatal de 586 muertos. El riesgo sigue latente.

  • El pasado once de abril, el sector de Cañada Honda, Andes, fue una de las zonas más afectadas por una borrasca que originó las crecidas de los ríos San Juan y Tapartó dejando un saldo de 11 casas destruidas y 13 familias afectadas. FOTO donaldo zuluaga
    El pasado once de abril, el sector de Cañada Honda, Andes, fue una de las zonas más afectadas por una borrasca que originó las crecidas de los ríos San Juan y Tapartó dejando un saldo de 11 casas destruidas y 13 familias afectadas. FOTO donaldo zuluaga
586
personas murieron por desastres en Antioquia entre los años 2006 y 2014.

Era incontenible el “diluvio” que arrasó en la madrugada del lunes festivo con el corregimiento Las Margaritas, sus veredas y parte del casco urbano de Salgar, pues se trató de una avenida torrencial desatada en una zona de alta montaña -el cerro Plateado- y con una quebrada que en su camino descendente hacia el pueblo, iba tomando cada vez más fuerza destructora.

“Haga de cuenta que es un bulldózer de un tamaño descomunal ampliando y arrasando todo lo que hay en el hueco. Lo que bajaba por La Liboriana era agua involucrada con abundante material con un poder cortante muy fuerte”, explica el geólogo del Dapard, Jafed Naranjo.

Según su explicación, en el caso de Salgar no se puede hablar de avalancha, porque el término como tal se refiere a al movimiento de material que tiene involucrado hielo y nieve. Las avalanchas se dan a alturas que superan las 5.000 metros, que son las zonas donde hay hielo y nieve.

Lo de Salgar fue una avenida torrencial, una inmensa cantidad de lluvia desatada en un periodo muy corto sobre una cuenca con cañones de pendientes altas y un valle denominado como valle joven.

“Cuando se da eso, los suelos se saturan de agua más allá de la capacidad que tienen para retenerla, entonces se desprenden y se forma una masa fluida que va con un poder cortante arrastrando rocas, materiales que encuentra acumulados, y como trae poder, también los arrastra y va rompiendo todo el drenaje y ampliando los cauces. Eso fue lo que pasó en la quebrada La Liboriana”.

En ese descenso, los árboles y troncos que arrastra el caudal se convierten en especies de proyectiles que con mucha fuerza van destruyendo todas las estructuras que encuentran a su paso: casas, puentes y construcciones.

El geólogo del Dapard no aclara si pudo haberse evitado. Y tampoco pronostica si será inevitable que nuevos fenómenos similares puedan desatarse sobre esta región u otras regiones de Antioquia.

Informe desalentador

¿Por qué el difícil pronóstico? Tal vez por los antecedentes. Según un informe de la Ungrd (Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres), entre los años 2006 y 2014, entre los departamentos, Antioquia ocupó el primer lugar en número de muertes por desastres de origen natural, con 586 personas fallecidas, siendo 2010 el año que registró más víctimas fatales (con 203), y el 2012, el menos dramático, con 31 víctimas.

Según el informe entregado por el Departamento Nacional de Planeación, en el mismo período se registraron 888 eventos en los municipios de Antioquia: 49,6% fueron causados por inundaciones y 23% por deslizamientos.

En cuanto a muertes por desastres hidrometeorológicos, en Antioquia hubo 432 muertes, de las cuales 283 fueron causadas por deslizamientos y 131 por inundaciones.

En todos esos años, solo se dio un caso por avalancha en 2009, aunque comúnmente todos llaman avalanchas a la crecientes y deslizamientos.

El detalle de Salgar

En el caso específico de Salgar, la Ungrd presenta un informe con cifras reveladoras: entre 1999 y 2014, en la localidad hubo 16 muertes causadas por desastres. Un caso fue por un deslizamiento en 2013; dos se dieron por vendavales en 2009 y 2012; y 13 por inundaciones: 2 en 1999 y 2007; de a uno en 2005, 2006, 2008, 2009, 2010 y 2011; y 3 casos en 2012. En 2013 y 1014 no hubo tragedias, por lo que no había antecedentes cercanos.

Como habían advertido el párroco local, Rubén López, y la alcaldesa, Olga Eugenia Osorio, se habían presentado crecidas de la quebrada, pero nada que alertara sobre peligros tan descomunales.

Si bien pueden ser imprevisibles fenómenos como la avenida torrencial, se puede prever que sus efectos no sean tan nefastos.

El geólogo Jafed opina que si se respeta una norma que data de 1974 y que obliga a que no se construya a menos de 30 metros del retiro de las quebradas y ríos; si se dejan de ampliar las fronteras agrícola y ganadera, que obligan a deforestar tierras; se hace un adecuado monitoreo de las cuencas; se construyen estructuras que resistan embates de avalanchas y crecientes y se cuenta con equipos y grupos de respuesta ante emergencias, podrían ser menos nefastos los efectos.

Para el geólogo, investigador y docente de la universidad Eafit Geovany Bedoya, la inestabilidad de Antioquia está dada por la suma de factores naturales y antrópicos.

“Fenómenos naturales como la lluvia, el cambio climático, las pendientes de las cuencas que tenemos -que cuando se mezclan con la actividad humana, como la ocupación de los territorios en riberas-, se vuelven detonantes”.

El académico recuerda que las comunidades en Colombia, históricamente, han crecido de forma paralela a los ríos, para buscar alimentos y otras comodidades.

Y ese crecimiento ha sido sin tener en cuenta los procesos naturales.

“Duramos 80 años en esos asentamientos y nos olvidamos de los riesgos. Y hablamos de soluciones los ocho días siguientes a las tragedias”, pero después todo se olvida, advierte.

También señala que en los planes ordenamiento territorial -POT- se dice cómo deben ser ocupadas esas zonas de riesgo, pero ningún municipio los puede hacer cumplir porque nunca hay recursos para hacerlo. Reubicar comunidades asentadas en los ríos y quebradas es de altísimo costo económico.

Incluso, con todo y las prevenciones, a veces las obras de infraestructura ni siquiera funcionan ante la fuerza de los fenómenos.

¿Quién garantiza que hechos como el de Salgar no volverán a suceder? La respuesta flota por ahí, pero nadie la da.

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