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Antonio, las manos que le dieron vida a Sor Alegría

Por fin conocí al artista creador de la historieta de una monja que se dedicó a repartir alegría por el mundo. Esto me contó en la sala de su casa.

  • Hace algunas semanas, Antonio me mandó su historieta al periódico. Me encargué de buscarlo y, al fin, pudimos encontrarnos para conversar. FOTO andrés camilo suárez echeverry
    Hace algunas semanas, Antonio me mandó su historieta al periódico. Me encargué de buscarlo y, al fin, pudimos encontrarnos para conversar. FOTO andrés camilo suárez echeverry
26 de diciembre de 2019
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De cada pared cuelga un cuadro. Frutas en un bodegón, flores en las cabezas de un par de novios, casitas regadas por las calles de un pueblo antioqueño sin nombre. Antonio Vanegas no recuerda a qué edad pintó el primero. Lo que sí tiene claro es que, desde que empezó, nunca más paró.

Tres cuadros a medio hacer, recostados en una esquina de la sala, son prueba del impulso creativo que un día nació y que aún no termina.

Esos tres cuadros y las fichas que ahora sostiene sobre sus manos son más de 100 láminas de cartón en las que cobra vida Sor Alegría, una monja que un día decidió ponerse ese nombre y, desde entonces, hacerle honor.

Esas fichas fueron dejadas en EL COLOMBIANO a principios de diciembre pero no sabíamos de quién se trataba. Entonces nos pusimos en la búsqueda de su autor.

Jugar al yoyo, montar en zancos, viajar a la luna, mirar las estrellas y escribirle canciones a la juventud, son algunas de las actividades de esta peculiar religiosa que organiza misas a go-go y vive la vida al ritmo de la juventud.

La idea llegó como por arte de magia a los pensamientos de Antonio: caminó por su inconsciente y se nutrió de sus recuerdos, hasta que se convirtió en la primera historieta de este artista. “La idea vino a mí. Hay cosas que no tienen explicación”, manifestó.

Así, dejándose llevar, ha pintado paisajes y personajes imaginados. Su hermana, Teresita Vanegas, me cuenta que Antonio siempre ha sido un creador empedernido. Tal parece que este jericoano no solo ha llenado su casa y la de su familia de cuadros, también ha escrito varias novelas: “Secuestrado a las estrellas”, “La montaña y el hombre” y “El alma del terruño”. Esta última, incluso, la publicó la editorial Olarte en 1959.

Y es que este hombre de 88 años, aunque tuvo múltiples oficios, dedicó cada rato libre de su vida a seguir el mapa de sus ideas con tesón y lealtad.

La próxima obra ya la ve venir: “Lalo y Lola”. Aún no sabe quiénes son ni las aventuras que vivirán, pero eso “va surgiendo al dibujar”, dice. Para Antonio, definitivamente, el camino se hace al crear.

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