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Tras una corta carrera sobre la gran piedra que le sirve de trampolín natural, el joven se lanza por los aires con el cuerpo extendido y la mirada en el vacío. Su caída rompe la quietud del agua fría y, mientras sus amigos lo aplauden, nada tranquilo en el río al que regresó ahora que el conflicto armado no azota a Argelia.
El charco del Tanque ha sido el sitio más tradicional. También el lugar favorito de Adrián Ocampo, su más asiduo visitante porque “aquí aprendí a nadar a los 7 años cuando veníamos en familia, antes que llegara tanta violencia”.
Al sitio que tan buenos recuerdos les trae han regresado tras no poder visitarlo entre los años 1998 y 2008, los más cruentos del conflicto armado en la subregión del Oriente antioqueño.
El pueblo quedó a merced de las Farc y los grupos de autodefensas, que coparon ese sector por su ubicación estratégica en la zona montañosa y un corredor hacia otras regiones como Caldas, Magdalena Medio y Tolima. Así lo reconoció la exguerrillera, alias “Karina”, hace mes y medio en un encuentro para “pedirles perdón” a las madres de casi un centenar de niños y jóvenes reclutados a la fuerza, desaparecidos y asesinados. “Esos grupos armados cogieron esto por boscoso para esconderse y traer a sus víctimas, sobre todo la guerrilla, que traía a la gente que amarrada y los torturaban o se los llevaban al monte para asesinarlos. Por eso la gente le daba miedo venir y a mis padres que me llevaran para la guerra”, recuerda Adrián, ahora feliz de volver a lanzarse en sus conocidos clavados.
Ese conflicto armado de varias décadas se intensificó en los años 90 y no tuvo compasión con Argelia y su gente. Primero llegó el ELN y después los frentes 9 y 47 de las Farc y la confrontación con la fuerza pública. Mataron, secuestraron y desaparecieron comerciantes, campesinos, policías, soldados y, hasta un exalcalde muy apreciado, Luis Fernando Aguirre Duque, fue asesinado. Además, dos tomas guerrilleras sufrieron los habitantes.
La más cruel y violenta, el 6 de diciembre de 2000, que causó la muerte a 23 personas muertas, heridas a otras decenas y casas destruidas. La población quedó desprotegida y a merced de la violencia de la guerrilla cuatro años, tras ser retirada la Policía ante su incapacidad de repeler ataques y proteger a la comunidad. Luego incursionaron los grupos paramilitares. Los asesinatos y las masacres se recrudecieron por la disputa territorial. Las personas muertas o desaparecidas sin dejar rastro sumaron tantas, que empezaron a llamar a Argelia “el pueblo de las viudas”.
Con tanta violencia, la gente se desplazó. Según el Registro Único de Víctimas, el conflicto armado dejó 14.000 víctimas. Más del 90 % de la población.
Ahora que el conflicto armado cesó, sus pobladores quieren que el charco de El Tanque sea un referente de la recuperación. Su rehabilitación y reforestación para el encuentro social y el proyecto de convertirlo en sitio turístico es una de las 10 acciones implementadas por la Unidad para las Víctimas como parte del plan Integral de reparación colectiva, que concluyó este fin de semana con un acto comunitario.
“Tras 7 años y más de mil millones invertidos por el Gobierno, cooperantes internacionales y la alcaldía, se materializaron las medidas reparadoras concertadas con las víctimas, como proyectos productivos, atención sicosocial, obras comunitarias y rescate tradiciones de campesinas”, indicó el director de la entidad en Antioquia, Wilson Córdoba Mena.
Las últimas acciones del plan materializadas fue la dotación (instrumentos musicales, uniformes deportivos, de danza y teatro) a la Casa de la Cultura, con el fin de recuperar esas prácticas comunitarias que el conflicto armado interrumpió.
Además, la entrega de dotaciones agrícolas para 100 familias campesinas para fortalecer cultivos de plátano, aguacate y cacao. Y mobiliario para nueve casetas para mujeres víctimas que comercializan productos en los mercados campesinos.
Los argelinos destacan la recuperación de sus tradiciones como las Fiestas de la Mula y del Campesino, que dejaron de celebrarse por 8 años debido a la violencia. Así, volvieron a premiar a la mula más bonita, al igual que al peor “carrango” y al arriero mejor ataviado.
“Fue bonito ver el pueblo otra vez lleno de campesinos que vinieron con sus bestias y tantos visitantes que llegaron de otros pueblos”, cuenta el líder social Andrés Zapata.
Además, con la estrategia reparadora Entrelazando, que capacitó a líderes de víctimas como “tejedores” como Nancy Valencia, “se recuperaron prácticas como la copa deportiva Luis Fernando Aguirre Duque (en memoria del alcalde asesinado), los paseos de olla, las chocolatadas de barrio, los juegos tradicionales y los convites.
Como memoria histórica y duelos colectivos, con los “tejedores” se resignificaron sitios que eran referentes de la violencia, con acciones como las “trochas por la vida” para recuperar caminos veredales y hacer caminatas y velatones para recordar a las víctimas.
Por las amenazas y la violencia sexual que sufrió su hija por la guerrilla, Nancy se vio obligada a desplazarse. Como otros centenares de personas que huyeron regreso y es una líder social. Hoy está satisfecha de aportar a la recuperación. “Regresé y pude recuperar a mi familia, a mi gente, la tranquilidad en el municipio y estamos recuperándonos para que la violencia no se repita”.
Otra acción del plan de reparación de gran impacto social fue la creación de la microempresa de confecciones conformada por la Asociación de Mujeres Emprendedoras de Argelia. Para Nelfa Martínez, una de sus lideres, “este proyecto nos beneficia a 60 mujeres que somos víctimas porque mataron a nuestros esposos o hijos y muchas son cabeza de hogar”.
Tras incidir y movilizar al gobierno para resarcir con este plan de reparación colectiva, los argelinos se sienten fortalecidos para seguir reconstruyendo su pueblo de campesinos, arrieros y riquezas naturales como el charco. Allí donde entre sus aguas refrescantes Adrián ha vuelto a ser feliz