En medio del calor sofocante de Apartadó, Urabá, más de 80 personas arman toldos y se preparan para exhibir sus proyectos de negocio los cuales, con apoyo del programa Urabá Emprende, han fortalecido y les han cambiado sus vidas.
Luis Eduardo Cuervo, gerente del convenio de dicho programa de cooperación entre la Gobernación de Antioquia y la Unión Europea, explicó que en cuatro años de trabajo se han beneficiado más de 25.000 urabaenses.
“Ellos han recibido formación académica que busca abrirles las puertas a un empleo digno y, principalmente, que le den solidez a sus ideas de negocio”, agregó Cuervo.
En la región de Urabá, la tasa de desempleo, en 2017, llegó al 45,67 %. Aquí cuatro historias de emprendimientos de quienes hacen parte de esta estrategia de desarrollo económico y social.
El factor sorpresa
La alegría que emite Luz Mery Sánchez cuando habla de su marca Dulces de mi Pueblo, hace que cualquiera se acerque a probar sus productos. Y, según cuenta, tiene uno sorpresa que se ha convertido en el más llamativo de la empresa: el dulce de yuca.
Ella, trabajadora social de profesión, al quedarse sin empleo, comenzó a planear, con su hermana, la manera en que los dulces que hacía su familia los conocieran más personas pero que tuvieran su toque personal.
“Ahora que entramos en este proceso, fue que logramos tener una empresa que además de vender también fuera un ejemplo de empoderamiento de la mujer, en una región dónde obtener trabajo es cada vez más complicado y la salida siempre es migrar a Medellín”, aseguró.
Ahora, Sánchez maneja productos que incluyen la innovación, sin dejar de lado la tradición, que se venden muy bien en la región.
Un proyecto internacional
Lo que inició como un pasatiempo, fue la excusa de Danny Gómez para crear empresa y apoyar a las mujeres de su municipio, San Pedro de Urabá. “Comencé a hacer croché sin saber mucho a través de videos y hoy ya somos cuatro trabajando, entre víctimas del conflicto y madres cabeza de familia”, dijo.
Ella ha estado con Urabá Emprende desde hace tres años y el respaldo recibido le ha permitido dar a conocer sus creaciones en diferentes partes del país, incluso, estuvo en la más reciente edición de Colombiamoda.
El hogar que la acogió
Virgelina Prieto ha vivido en varias partes del país pero fue en la vereda Peñitas, de Chigorodó, donde encontró el lugar ideal para ejecutar su proyecto de vinos artesanales: Vinos Kelina.
“Eso es lo que más me llena de orgullo, ver cómo aceptan mi producto y más cuando, recién llegada acá, mi casa se incendió y lo perdí todo. Pero ahora, con el apoyo recibido, puedo entregarles a los clientes un producto de mejor calidad”, dijo mientras enseñaba su oferta de vinos: la uva tradicional y frutos rojos.
De ayuda a idea de negocio
Cuando al hospital de Vigía del Fuerte llegaron varios menores de edad de una comunidad indígena en alto grado de desnutrición, Carlos Andrés Palacios, de 23 años, y tres amigos se la ingeniaron para ayudarlos.
“La harina de popocho es algo que normalmente se usa en las casas para problemas de salud relacionados a la mala alimentación. Por eso, le propusimos al gerente del hospital que se les diera esta harina, producida por nosotros, y vimos como en una semana comenzaban a mejorar”, relató Palacios.
Hoy, un año y medio después, la idea se transformó en negocio, pero siguen existiendo retos: el proceso para elaborar la harina sigue siendo manual y no da a basto para la demanda que se ha creado.
Por ello, Palacios reiteró la necesidad de que los talleres tengan continuidad en el tiempo y que además de la capacitación se piense en un respaldo económico, pues es la manera de materializar todo lo aprendido .
