viernes
7 y 9
7 y 9
Fueron 275 kilos de explosivo Indugel los que le pusieron fin ayer al edificio Mónaco en apenas tres segundos. La cantidad usada fue 1,3 veces mayor a la que se inyectó para volar cuatro torres del edificio Space (septiembre de 2014), y cinco veces más grande que la empleada para derribar Bernavento (junio de 2018).
Rogelio Gómez Escobar, gerente de Atila, la empresa responsable de la demolición, explicó que el edificio era “atípico” en su construcción. “Fue muy bien edificado, con demasiados refuerzos. Una pared normal mide 10 centímetros de ancho y ahí encontramos muros de hasta 60 centímetros, por eso la cantidad de explosivos fue mayor”, agregó.
Las vigas se doblaron a las 11:55 a.m. Un minuto después una nube de polvo cubrió los árboles de la avenida El Poblado, y disolvió la concentración de transeúntes que, con celulares en mano, querían ser testigos del histórico momento.
Gómez explicó que el viento expandió el polvo incluso hasta el Club Campestre, donde se adelantaba el homenaje a las víctimas: “Los bomberos usaron chorros de agua y en ocho minutos ya todo había vuelto a la normalidad”.
Veinte minutos más tarde las primeras retro excavadoras entraron al lote. Según Atila, en máximo 60 días el predio estará limpio. El plazo podría alargarse algunos días, dependiendo de la cantidad de horas en las que se puedan operar las máquinas, sin perturbar a los vecinos.
Camilo Zapata Wills, director del Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres, Dagrd, informó que hubo algunas afectaciones en elementos no estructurales de los edificios vecinos. “Están dentro de los posibles daños estimados: afectaciones en vidrios de dos o tres viviendas, según el reporte preliminar, nada grave”, agregó.
Esos daños están cubiertos por la póliza que la empresa encargada del operativo contrató para el procedimiento.
El Área Metropolitana, autoridad ambiental en la zona, ahuyentó las aves cercanas mediante la explosión controlada de papeletas. Y en días previos también reubicaron varias ardillas y zarigüeyas que se encontraron dentro del predio.
Respecto a la calidad del aire, la autoridad no entregó el reporte de afectaciones. Pero ayer a las 6:00 p.m., 17 de las 18 estaciones de monitoreo de partículas contaminantes PM 2,5 estaban en amarillo (concentración moderada de partículas).
Como dato curioso, el Dagrd reportó que de una de las viviendas fue necesario evacuar una pecera, en una operación especial que contó con ayuda de funcionarios del Parque Explora.
Y algunas autoridades presentes en el sitio confirmaron, de manera extraoficial, que varios extranjeros fueron desalojados del perímetro de seguridad. “Supimos que a muchos de ellos les cobraron plata y les prometieron un puesto exclusivo para ver el fin del Mónaco. Es triste que la gente abuse así de los visitantes”, dijo una fuente oficial, que pidió reserva de su identidad.
Como preámbulo a la caída del Mónaco, el alcalde Federico Gutiérrez, a poco más de 200 metros del lugar, sentenció ante una multitud —principalmente víctimas de la violencia generada por el narcotráfico— que “hoy Medellín abraza su historia. Hoy Medellín construye un nuevo relato (...) Hoy cae un símbolo para encender la esperanza. Hoy nace un nuevo símbolo para darle luz a la oscuridad”.
Para Gutiérrez, la víctimas del terrorismo fueron la motivación para dar vuelta a la página del Mónaco y empezar a contar una historia diferente, la de la Medellín resiliente, innovadora.
“El memorial (que se construirá en el lote del Mónaco) nace hoy... será un espacio físico que nos debemos como ciudad. En los cementerios se llora la muerte, aquí se honrará la vida. Inflexión es el nombre de este memorial que propone justo eso, una inflexión en nuestra historia. Allí donde hay una cicatriz dejaremos huella: haremos memoria en el lugar de los hechos que nos marcaron, llevándola a cada rincón de la ciudad, pero sobre todo a cada uno de nosotros”, destacó.
Al homenaje a las familias de las víctimas también acudió el presidente Iván Duque Márquez, quien celebró la caída del edificio y calificó el acto como el triunfo de la legalidada y una derrota a la cultura de la ilegalidad.
“La historia nefasta del cartel de Medellín y del terrorismo fue derrotada por una sociedad que le da privilegio a la cultura y que, por encima de los que muchas veces han querido construir la historia en función de los victimarios, hoy la construimos reconociendo a las víctimas”, resaltó.
Aglomerados en los alrededores del Mónaco, cientos de personas esperaron desde las 10:00 a.m., expectantes de la caída del mítico edificio.
La curiosidad era la constante en vecinos y habitantes de otros sectores de la ciudad. Incluso, varios extranjeros se acercaron al lugar para ser testigos del hecho.
“Vi en el periódico que se destruiría, y quise venir a presenciarlo. Sé que mucha gente quería que se demoliera porque no les gusta esa parte de la historia”, comentó Sebastián, un turista francés que no quiso revelar su apellido.
También, merodeando las afueras del Mónaco, estaba Ana María Gómez, con dos compañeros de trabajo norteamericanos. La mujer vive en la ciudad de Texas y, aunque fue a curiosear la implosión, aceptó que el turismo que ha llegado al edifico ha contado solo la historia gris de Medellín, pasando por alto todo lo positivo de la ciudad.
“No debieron haber hecho tanta publicidad para destruirlo, porque atrajo mucho turista que no es que quieran mostrar lo mejor de Medellín”, apuntó.
Sin importar el inclemente sol de la mañana, los curiosos se apostaron en la carrera 46 con calle 15 sur, y en la 45 con 16 sur, lugares hasta donde les permitía estar el acordonamiento establecido por las autoridades.
El estruendo estremeció hasta los más cautos. Segundos antes, al sonar la sirena que advertía la activación del explosivo, todos estuvieron en silencio, con sus celulares y cámaras apuntando hacia lo que quedaba de la estructura. Un boom se escuchó y una mujer anciana tembló y se llevó las manos a su rostro.
A Gustavo Ramírez, habitante de Santa María del Campestre, le temblaron las piernas, confesó, pues aunque desde hace 20 días la Alcaldía le había socializado el procedimiento, la detonación le hizo sentir temor.
“Me impactó. Sentí miedo. Sin embargo, me entusiasma ver caer un lugar desde donde se programaron miles de asesinatos. Ahora se siente que el barrio descansó”, afirmó.
El alcalde Gutiérrez había explicado esta semana que esa cifra es muy inferior a los $40.000 millones que costaba recuperar y hacer habitable la estructura, de acuerdo con un estudio contratado en 2015 por la administración municipal y elaborado por la Universidad Nacional.
Por eso, y porque el edificio “no fue la casa de una víctima, fue la casa de un victimario”, el mandatario prefirió la opción de demoler y volver a construir.
Aunque las opiniones sobre lo que fue y debió ser el Mónaco llegan desde diferentes frentes, lo cierto es que las víctimas, y en general la socidad civil, anhelan pasar la página del narcotráfico, de la violencia, y para ello era fundamental comenzar a dejar en el pasado los símbolos de una Medellín que es más que el dolor .
MUCHOS TESTIGOS
UN CIELO GRIS
ADIÓS AL SÍMBOLO
POCOS DAÑOS
UN NUEVO VECINO