La negación del préstamo de un salón para las actividades de un grupo de adultos mayores del barrio El Trianón de Envigado –y que repercutió en las redes– fue el último episodio de una profunda división en esta comunidad desde el año pasado tras la llegada de un nuevo párroco.
Según le comentaron a este periódico un grupo de fundadores y “fieles de toda la vida” de la iglesia de San Ignacio, la llegada del sacerdote Óscar Restrepo Loayza en febrero de 2021 trastocó a la tranquila feligresía con lo que ellos catalogaron de abusivos comportamientos.
De acuerdo con el vecino Carlos Escobar –en queja interpuesta ante la Arquidiócesis en mayo de 2021– en su primera misa Restrepo cuestionó que la casa cural a la que llegó estaba desvalijada, pues dijo que no le habían dejado ni una cuchara.
“Y dijo que necesitaba dormir en un colchón marca Comodísimo, puesto que a él en el bautismo le habían dicho claramente que él era sacerdote, profeta y rey; y por lo tanto él tenía que vivir como rey”. La misma versión la corroboraron otros feligreses.
Pero no fue solo eso. A la comunidad le molestó el traslado de don Leonardo Muñoz, un comerciante que llevaba 22 años con su negocio de comidas rápidas en la parte trasera de la iglesia. El motivo del retiro, según Muñoz, fue que al párroco le estorbaba el olor de la comida que él preparaba.
“Yo ayudé a levantar la parroquia, he colaborado mucho con los padres que han llegado. Pero llegó este y a los 15 días me dijo que me tenía que ir, o que si yo quería él me alquilaba un local aledaño al salón parroquial pero por $5 millones. Yo le pregunté, ‘¿pero ahí si no le estorba el olor de mi comida?’ Y él me respondió: ‘yo lo que necesito es plata’”, contó Muñoz.
Pero los choques que se habrían dado entre una parte de la comunidad de El Trianón y el párroco no terminaron ahí, ya que el sacerdote solicitó a todos los propietarios de osarios que le entregaran las llaves, muchas veces en no muy buenos términos pese a que estos tienen los documentos que los avalan como titulares de estos espacios.
Uno de los feligreses fue el exdelantero del Atlético Nacional Jorge Agudelo, quien en 2021 llevó los restos de uno de sus parientes al osario de su propiedad. Sin embargo, se encontró con la petición del sacerdote de entregarle las llaves, a lo que el futbolista se negó y el asunto caldeó los ánimos. “A esa iglesia no volvemos ni a deshacer los pasos”, comentó la esposa del deportista al confirmar lo ocurrido.
Otro asunto es que Restrepo inició una serie de reformas en el templo, pero las mismas no tenían el permiso de la Curaduría. Consultada sobre este tema, la Alcaldía de Envigado indicó que tras una visita técnica del 12 de noviembre de 2021, personal de la Dirección de Planeación advirtió unas aperturas de ventanas en la fachada, así como la instalación de baños internos y una redistribución de espacios. Si bien dichas actuaciones no constituyen reformas estructurales a la edificación, sí requerían de una licencia urbanística con la cual no se contaba, razón por la cual se suspendieron hasta hoy.
Por último, y uno de los asuntos que más ha desconcertado a parte de la comunidad, es la negación del préstamo de uno de los salones parroquiales para las actividades del grupo de los Adultos Mayores desde hace por lo menos 20 días, pese a que muchos de ellos llevan casi 28 años usándolo. Lo que más indigna a la comunidad es que muchos de los adultos fueron quienes construyeron el espacio y que encima el sacerdote estaría buscando cobrarles por usar esos espacios “porque como dijo ese padre, ‘hasta una orinada cuesta’”, aseguró una vecina que le dijo el sacerdote. Ahora los adultos mayores, también a modo de protesta, hacen sus clases de gimnasia en el atrio de la iglesia.
Responde el párroco
Rodeado de dos de dos miembros del denominado Consejo Pastoral, y solicitando no ser fotografiado por el equipo de EL COLOMBIANO, el sacerdote Óscar Restrepo dio su versión de los hechos.
Inicialmente calificó la información en redes sobre él y el salón parroquial como un acto malintencionado y perverso por parte de una de sus detractoras del que se ha sentido “acusado” por una sola versión de los hechos.
Restrepo decidió empezar la entrevista contestando primero el asunto del préstamo del salón, aclarando que este no era comunal, sino parroquial.
“Hay que diferenciar conceptos, porque la comunidad cristiana católica de este sector –liderada por los párrocos anteriores– hicieron estas instalaciones solo para servicios concernientes al culto litúrgico cristiano católico, así como para desarrollar espacios de formación cristiana católica. No para otras actividades más allá de lo religioso”, aseguró.
Al contrapreguntarle el porqué sus antecesores sí permitieron usar dichos espacios para otras actividades, Restrepo indicó que el préstamo por casi 30 años era un favor. “Pero eso no da derecho a que la gente se apropie. Un favor es un servicio que uno presta frente a la necesidad o una ausencia de algo”, dijo.
El párroco también indicó que por las lluvias recientes se descopó un árbol vecino al salón parroquial; los residuos cayeron a los desagües y los taparon, lo que ha hecho que algunas partes del salón parroquial se inunden, lo que –sumado a lo liso del piso– se convierte en un riesgo de caída muy alto para los adultos mayores que allí hacían sus actividades. Esto, según dijo, generaría demandas contra la parroquia que no se pueden costear.
“Una vez se solucione el tema del árbol, se vuelve a hacer el favor de prestar el espacio para actividades religiosas. Pero por ejemplo, reunión de alcohólicos anónimos no se pueden hacer ahí. Ellos han hecho la petición y yo les he dicho que esa no es la finalidad del espacio”, apuntó.
Sin embargo, la respuesta dada no cayó bien a la feligresía pues indicaron que el sacerdote había ofrecido a los adultos mayores prestar el segundo piso del salón parroquial para sus actividades. “En 28 años nadie se ha caído en ese salón ni ha habido accidentes. ¿No hay más riesgo de caerse si intentamos subir a un segundo piso?” indicó Amalia Álvarez.
De otro lado, sobre el tema del supuesto cobro para usar el salón, el sacerdote lo desmintió categóricamente. “Yo en algún momento sí les dije que sí ellas podían ayudar a pagar los servicios que demanda ese espacio, porque cada vez los gastos y el sostenimiento de esa infraestructura son más costosos”, apuntó.
“No estamos obligados a dar respuestas”
Restrepo Loayza estaba dispuesto a continuar contestando las demás preguntas de EL COLOMBIANO, sin embargo recibió una llamada de Gerardo Díaz Molina, párroco de la iglesia de Santa Gertrudis y Vicario Episcopal de la zona sur de la Arquidiócesis de Medellín. Este al conocer la presencia de EL COLOMBIANO tajantemente le prohibió a Restrepo seguir dando declaraciones a los medios.
“No estamos obligados a dar respuestas. No les diga nada porque todo lo que digamos, ellos lo van a poner a la manera que quieran. Si usted no da respuestas, ellos solo pueden escribir ‘el párroco no dio respuestas’. Punto”, se escucho decir a Díaz a través del altavoz.
Por ahora, las señoras del club de la tercera edad seguirán haciendo sus ejercicios al sol y al agua, mientra que la comunidad sigue dividida y muchos fieles de toda la vida han decidido migrar a otras parroquias vecinas. En la diáspora, no falta el que le recuerde al párroco, como doña Amalia, que gracias a los adultos mayores y a la comunidad de El Trianón hoy él tiene donde ejercer el ministerio.