No como una imposición ni con un deseo sentar cátedra en el tema, sino más bien con la intención de compartir una experiencia propia, Francia se hizo presente en el Encuentro Internacional Urabá-Darién, que se realiza desde el miércoles y culmina hoy en Apartadó, donde la biodiversidad de la región, su agua y sus demás riquezas, son el foco de análisis.
De ese país llegó Gregoire Jean, experto ambiental y director de uno de los Parques Naturales Regionales de su país. Tienen 48 y los empezaron a crear y a proteger desde 1967.
Francia lo hizo por necesidad. Una cifra refleja el drama que vivía esta nación en el maltrato a sus riquezas naturales: “Hace cien años había en mi país 1.800 variedades de manzanas y hoy tenemos diez, si no protegemos la producción nos quedaremos sin esa herencia genética”, advierte Jean.
Las fórmulas de Francia son claras: cuando se declara un parque natural, antes se dialoga con las comunidades que habitan en los territorios. Pero también se define la necesidad de cuidar dos patrimonios: “El ambiental, los bosques, el agua, los suelos, su flora y su fauna; y el cultural, que son las actividades de los campesinos, su agricultura, incluso la minería, que allá es de piedra, y los proyectos de desarrollo que se ejecutan”, precisa el experto, que vino por primera vez a Colombia y lamentó no poder estar más días.
Hacer cumplir la legislación ambiental para él es clave, pero esto se logra más fácil cuando las decisiones son concertadas con las comunidades y no se atropellan sus intereses ni se amenaza su supervivencia. En Francia hay comités técnicos con ingenieros expertos en todas las temáticas incidentes en la protección de la biodiversidad y por eso hechos simples como construir una carretera se hacen con la garantía de no agredir el ecosistema.