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A la Virgen de la Aguacatala ni las obras de valorización lograron desplazarla

Favores, milagros y congestiones. Los tres se le atribuyen a la Virgen de la famosa gruta en la Aguacatala.

  • Las placas llenan la gruta de la virgen de la Aguacatala y los fieles se agolpan a pedir favores. FOTO Manuel Saldarriaga
    Las placas llenan la gruta de la virgen de la Aguacatala y los fieles se agolpan a pedir favores. FOTO Manuel Saldarriaga
  • Mal parqueo en la entrada de la gruta, sobre la avenida El Poblado. FOTO Manuel Saldarriaga
    Mal parqueo en la entrada de la gruta, sobre la avenida El Poblado. FOTO Manuel Saldarriaga
  • Un gran número de devotos llena el santuario para recibir la misa de los martes. FOTO Manuel Saldarriaga
    Un gran número de devotos llena el santuario para recibir la misa de los martes. FOTO Manuel Saldarriaga
24 de agosto de 2017
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El papel rojo que envuelve el velón se enciende cuando el fuego consume toda la cera. Las llamas se extienden en una repisa de acero y un señor trata de apagarlas con soplidos. Arriba, al final de las escalas de piedra, domina la Virgen de la Aguacatala mientras un centenar de fieles reza en silencio.

Las paredes, la ladera de la gruta y el piso, rebosan de placas puestas por miles de creyentes de todos los rincones de Colombia que llegan a este sitio en El Poblado, en Medellín, para pedir la intercesión de la Virgen o agradecer los favores recibidos.

Según dos voluntarias que cuidan el lugar, la Alcaldía comenzó a enumerarlas hace algunas semanas y, sin haber terminado de contarlas, ya hay más de 3.100.

En la mayoría de mensajes hay frases de gratitud, aunque en otros hay promesas o palabras de reflexión más extensas. También hay algunos más curiosos en los que, por ejemplo, agradecen a la Virgen por la segunda Copa Libertadores del club de fútbol Atlético Nacional.

El tránsito de personas por este santuario es constante. Acuden señoras en lujosas camionetas, jóvenes que parquean sus motos sobre la avenida El Poblado o deportistas que hacen una parada para persignarse ante la imagen antes de seguir con su camino.

Muchos compran los velones en una caseta que hay en la entrada, donde también se venden medallones, rosarios, y novenas. Los creyentes desfilan hacia el altar para encender los pabilos en las repisas de acero donde se ahoga el fuego de otras plegarias.

El origen de la gruta

La historia sobre cómo la Virgen llegó a ocupar la parcela de terreno contigua al Colegio La Enseñanza, a un costado de la avenida El Poblado, tiene muchas versiones.

Una de ellas, en la que coinciden varios historiadores, cuenta que la señora María Escobar de Ángel, a finales de la década de los 40 construyó el altar en su finca para ubicar la imagen de Nuestra Señora de Lourdes, la cual había comprado en Francia.

Desde ahí, se desprenden otras historias sobre su origen y el cómo la imagen de la Virgen terminó siendo conocida hoy como la Rosa Mística.

“Este terreno, donde está el santuario, pertenecía al colegio de monjas que está detrás. Se cuenta que todo empezó por una niña que le pidió algo a la Virgen y se le cumplió. Como era de familia adinerada, compraron el pedazo de tierra y pusieron acá la imagen de Nuestra Señora de Lourdes”, relata Mary Posada, voluntaria que trabaja en el mantenimiento del santuario.

Otra variante de la historia, según testimonios que ha recopilado el historiador Mauricio Castaño Hinestroza, indican que la gruta fue trasladada a su sitio actual, luego de que interfiriera con la construcción de una unidad residencial de edificios cercana.

“Lo que sí parece claro es que no se trata de la Rosa Mística, sino que efectivamente, y aunque todas las placas de agradecimiento dicen otra cosa, se trata de Nuestra Señora de Lourdes”, explica Castaño Hinestroza.

El sacerdote y docente de la Universidad Pontificia Bolivariana Diego Alberto Uribe señala que como ambas imágenes tienen rosas, con el paso del tiempo los fieles que visitaban la gruta terminaron confundiéndola con la Rosa Mística.

El origen más profano del santuario vincula su construcción con el narcotraficante Pablo Escobar. Castaño Hinestroza subraya que otra de las versiones sugiere que el capo puso allí la imagen y desde entonces comenzó a ser frecuentada, entre muchos devotos, por algunos mafiosos y sicarios.

El padre Elías Lopera, que según el historiador conoció a Escobar, “es el que hace una campaña muy agresiva con la Virgen y finalmente termina siendo conocida por la gente como la Rosa Mística”.

Los favores recibidos

La profunda devoción que tiene Mary Posada por la Virgen de la Aguacatala no surgió como un acto espontáneo, hace más 12 años se encomendó a la imagen luego de encontrar a su hija en el fondo de un tanque de agua.

“La niña estaba ahogada, tenía los labios morados, como dice uno popularmente, había blanqueado los ojos —relata—. Le pedí a la Virgen que la salvara, y cuando llegamos al hospital la pudieron reanimar”.

Desde entonces le prometió a la Rosa Mística, como ella la llama, que todos las navidades se dedicaría a hacer el aseo del santuario sin pedir ni un solo peso a cambio.

Mary ha vivido de cerca la peregrinación constante de creyentes a la gruta. Mientras limpia el lugar antes de las eucaristías, retira la cera que dejan los velones consumidos, cambia las flores del altar y ve pasar a los fieles que nunca faltan en el santuario.

“Cuando hay misa esto se llena hasta la calle, y los sábados son los días de las placas. Llegan por ahí unas seis cada fin de semana”, revela.

El padre Diego Alberto Uribe sostiene que este tipo de lugares son establecidos por la gente y por eso la Iglesia los valora como experiencias de religiosidad popular. “Por afecto y cercanía se convierten en centros de peregrinación”, expresa el sacerdote.

En el constante tránsito de fieles para visitar el altar no hay distinción de clases. La fe en este lugar no discrimina. Al momento de la oración se funden en un mismo escenario todos los estratos y los problemas de la ciudad.

Los trancones

En lo corrido del año la Secretaría de Movilidad ha impartido 48 comparendos en el lugar. Los mismos visitantes son conscientes de que en algunas horas del día generan problemas de movilidad sobre la avenida El Poblado por estacionar sus vehículos en un carril de la vía.

“A veces estos sitios no afectan mucho, y no es tolerancia, pero determinamos no intervenir con tanta frecuencia. Aun así, cuando se reportan problemas de movilidad, hacemos presencia en el lugar”, dice Mario Ramírez, subsecretario de Movilidad de Medellín.

El funcionario señala que inclusive se usa el carro de fotodetección, y que en 2017 ya se han hecho dos campañas pedagógicas con los educadores viales de la Secretaría.

“En alguna ocasión los fieles fueron muy groseros con las personas que intervinieron alegando que tenían derechos. Pero ellos deben entender que prima el interés general sobre el particular, no por ser creyentes pueden estacionar en un lugar prohibido”, anota Ramírez.

Alfonso Vergara, vecino del sector, considera que hace falta mostrar más autoridad por parte de los agentes de Tránsito porque el problema toma cada vez más fuerza en las afueras del santuario.

No se moverá

Por estos días, en la entrada de la gruta reposan unas pancartas en las cuales la comunidad celebra la decisión de la Alcaldía de no trasladar la Virgen para construir una conexión vial que se había planeado para conectar la avenida El Poblado con la carrera 34.

“En relación con el tema, hemos hecho más de diez reuniones. Tuvimos en cuenta los argumentos de los vecinos y fieles y decidimos no mover el santuario y buscar alternativas para ejecutar el proyecto de otra manera”, afirma César Giraldo, director del Fondo de Valorización de Medellín (Fonvalmed).

Tres razones dan los vecinos del sector para negarse al traslado de la Virgen. Por un lado, argumentan que el terreno de la gruta es privado, también dicen que al sitio donde pensaba llevarse es un retiro de quebrada e implicaría la tala de algunos árboles. Por último, manifiestan que por Constitución hay libertad de cultos, por lo cual no se puede ubicar un santuario católico en un espacio público.

Por su parte, los fieles defienden el arraigo de la fe en el santuario y los milagros que se le atribuyen a la Virgen de la Aguacatala.

“Si dejamos que por construir obras vayan tirando todo abajo, acabaremos con las buenas costumbres. Aquí queda la casa de la Virgen, no en otro lado”, argumenta Mary Posada plantada en la entrada de la gruta.

Aún así, el director de Fonvalmed señala que en esta ocasión se optó por no mover a la Virgen porque la conexión vial no era esencial en el proyecto. “Si la intervención hubiese sido urgente o pieza clave de la obra, no íbamos a renunciar a trasladar el santuario”.

Por lo pronto, las plegarias continuarán llegando a diario, y las placas de agradecimiento de los devotos se extenderán hasta que el terreno lo permita. La Virgen de la Aguacatala no se moverá de su rincón en El Poblado.

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