La visión que tiene el concejal Fabio Humberto Rivera de la crisis ambiental que vivirá Medellín a 2030 es apocalíptica: para esa fecha, según las proyecciones, habrá en la ciudad un millón de motos y un millón de automóviles, lo que indica que el aire será irrespirable, teniendo en cuenta que 80 % de la contaminación la aportan las fuentes móviles.
Si hoy -con un parque automotor que a 2014 era de 1’234.946 sumando vehículos y motos- los niveles de contaminación son de emergencia, ¿cómo será cuando esa cantidad se duplique?
Lo grave del problema es que no solo está afectada la movilidad sino que tiene incidencia en la salud, como ratifica el concejal Simón Molina: “en Medellín se mueren más de 3.000 personas al año por enfermedades pulmonares y cardiorrespiratorias”, que son las que están asociadas a la mala calidad del aire.
De allí que la ciudad acaba de declarar como urgente la realización de un estudio epidemiológico que aclare cuál es el real impacto en la salud de las partículas contaminantes menores a 2,5 y 10 micras (PM2,5 y PM10), que emiten las fuentes móviles, casi invisibles y que van directamente a la sangre y a los pulmones.
“Ya pasamos a medir PM1, como lo hacen otras ciudades del mundo”, advierte el director del Área Metropolitana, Eugenio Prieto, y pregunta por qué en otras latitudes sí se asocian estos contaminantes al cáncer y en Medellín aún no es posible establecerlo.
La Secretaria de Salud de Medellín, médica Claudia Arenas Pajón, aclara que aún no se ha determinado en la ciudad que las enfermedades respiratorias tengan como causa concreta la mala calidad del aire que se respira.
“Específicamente, decir que hoy la problemática ambiental enferma a las personas no sería real, porque hay muchos determinantes alrededor de la enfermedad que pueden producir o llevar a las personas a ser más susceptibles al ambiente”. Es decir, no puede afirmarse tajantemente que el medio ambiente enferma.
Hasta ahora, los casos de enfermedades respiratorias y de cáncer pulmonar quedan registrados, pero no está el estudio que diga que su causa sea la mala calidad del aire.
Ni siquiera, aclara la doctora Arenas Pajón, en la pasada contingencia ambiental (abril), cuando se elevaron los picos de consulta por enfermedades respiratorias, se estableció si la mala calidad del aire fue la causa del fenómeno, porque la emergencia coincidió con un pico de influenza en Medellín y el país.
A pedido de la Alcaldía, los concejales y el Área Metropolitana se elaborará un diagnóstico que permita asociar el ambiente y las enfermedades.
Marcas de la crisis
Pero la ciudad no se puede parquear en el drama del aire contaminado, que llega a niveles superiores a los 40 o 50 μg/m3 (microgramos por metro cúbico) de PM 2,5 cuando la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda 25 como máximo.
El concejal Fabio Rivera recuenta los tres grandes problemas de Medellín en movilidad y medio ambiente: “respiramos un aire perversamente sucio, altamente contaminado en PM2,5 y PM10, que son partículas que van a los pulmones y la sangre, pero también otros como dióxido de carbono, monóxido de carbono, dióxido de azufre (que sale de las fábricas) y partículas volátiles que deterioran la salud de manera lenta y progresiva”.
El otro “cáncer” de la ciudad es la accidentalidad, que llega a los 47.000 accidentes al año, 16.000 de ellos con heridos, y de estos unos 2.500 graves, “con fracturas de pelvis, fémur, tibia o clavícula y más de 270 muertos, lo que constituye un terrible indicador de problemas de salud pública”.
Otro de los males es el estrés. Los ciudadanos de Medellín pierden 80 millones de horas en tacos y trancones, “tiempo que podría invertirse en compartir en familia, caminar, disfrutar la naturaleza”, advierte el médico Rivera.
El concejal Daniel Carvalho señala que las medidas a tomar deben ser permanentes y no solo en contingencias.
“Si el 80 % de la contaminación del aire proviene de las fuentes móviles, en este tema hay que buscar soluciones”, precisa. Uno de los frentes es mejorar la calidad del combustible. Medellín pasó en diez años de recibir un combustible de casi 5.000 partes por millón a 50, pero aún se puede mejorar, dice.
Dejar la cultura del automóvil o, por lo menos, compartirlo, con estímulos para quien lo haga, será otra medida a tomar para el urbanista Carvalho, y añade que se deben exigir motores más modernos en el parque automotor público.
El secretario de Movilidad, Juan Esteban Martínez, aclara que a Medellín, pese a que se habla de un combustible de 50 partes por millón, está llegando un diésel de 37 partes, “que es considerado limpio por los ministerios de Minas y Salud, pero tenemos que avanzar más en la tecnología para reducir las partículas de azufre en el combustible, como se hace en las ciudades europeas, que usan un euro 5 o 6”.
Adelanta que con la refinería que se construye en Cartagena, Ecopetrol surtirá a Medellín en el corto plazo con un combustible mejor. Pero advierte que será urgente que los camiones y el transporte de carga que cruza el Valle de Aburrá modernicen sus motores, pues de nada sirve un combustible más limpio en vehículos de características altamente contaminantes.
El Plan de Desarrollo recién aprobado fija una ruta en variables que podrían aportar a la mejor calidad del aire: en Movilidad Sostenible se hará una inversión de $1,5 billones y en Medio Ambiente la suma será de $1 billón. Entre ambos representan el 19,6% del presupuesto del cuatrienio, lo que pronostica buenos augurios si se trata de descongestionar la ciudad y aportarle a la salud de los ciudadanos.
Ya sesiona una Mesa por el aire y la salud, que integran las entidades y autoridades ambientales de la región; y camina una Alianza por la Sostenibilidad liderada por el Área Metropolitana.
Los resultados deben verse, pues si se llega a 2030 con la cifra que pronostica Rivera sin tomar medidas de fondo, Medellín estará para entonces sumergida en la peor catástrofe ambiental para una urbe latinoamericana.
$30
mil millones invierte al año el Área M. en programas y tecnología para el aire.
70
millones de litros de agua consume a diario el Valle de Aburrá, según el Área M.