Más de uno quedó sorprendido con la logística desplegada por los delincuentes que trataron de robar este jueves una fundidora de oro en el barrio Manila, de El Poblado.
Además del número de asaltantes, que superaría los 30, armas largas, tecnología para burlar bóvedas y una volqueta con adecuaciones en el bumper llaman la atención de expertos en seguridad.
Aunque Carlos Arcila, abogado penalista y defensor de derechos humanos, no se muestra sorprendido por el uso de armas largas en el intento de hurto, reconoce que su uso en operaciones a plena luz del día no ha sido frecuente.
El operativo fue el de una estructura capaz de penetrar cualquier sitio de la ciudad, según Arcila, para quien las armas semiautomáticas, silenciadores y capacidad de hombres para cometer el hecho da cuenta de la escalada operativa por parte de las estructuras urbanas en Medellín.
En ello coincide Boris Castaño, analista de comportamiento criminal y conflicto armado de la corporación Innova Ideas Estrategia, quien detalla que la operación puede calificarse como una de tipo comando. “Esta fue muy bien planeada pero, a su vez, muy mal ejecutada”, según el experto.
Este explica que, desde lo logístico, los delincuentes contaban con buenos recursos: no solo de armamento, movilidad y personal, sino también informativos. Aunque apenas despegan las investigaciones para esclarecer lo ocurrido, para Castaño hubo colaboración desde el interior de la empresa.
“Es obvio que tenían ojos adentro: un empleado, un trabajador o un coordinador”, afirma el analista, quien también deja claro que es poco probable que esa información viniese de un alto directivo, “pues no se hubiesen presentado errores operativos como los que vimos”.