Él vio una sombra que se aproximaba. Lo golpeó y no pudo reaccionar para esquivarla a tiempo. En la autopista Regional su moto se descontroló, pero, en medio del susto, logró continuar su marcha. Así, Giovany Areiza recuerda cómo un día, a las 3:00 p.m., casi se accidenta en cercanías de la Plaza Minorista.
Su historia podría ser parte del azar; sin embargo, el estudiante de ciencias políticas de la Universidad de Antioquia había sido testigo de dos incidentes anteriores en el mismo lugar, que tiene presencia de habitantes de la calle en los costados del río Medellín. (Lea aquí Indigentes atracaron a turistas que se accidentaron en Medellín)
El primer caso ocurrió el 24 de marzo del 2015. Vio que una motocicleta resbaló en un charco de aceite que había en el cruce de carriles. No hubo tiempo de reaccionar. “Eso fue como a las 3:00 de la tarde y, tras el golpe, salieron del costado izquierdo del río por ahí 10 personas. Al accidentado le quitaron todo, la billetera, los tenis, la chaqueta, el bolso, y lo dejaron sin nada”.
El segundo, ocurrió cerca al viaducto, en ese mismo sector. “Un carro, con estacionarias, avanzaba lento y, de un momento a otro, saltaron dos personas que quebraron con una piedra y una botella el vidrio de la parte trasera. Sacaron dos bolsos, y una cobija y salieron huyendo. Eran las 9:00 de la mañana”, relata. (Lea aquí indigentes se fueron para la Minorista)
Más historias sin contar
Juan Guillermo Palma, usuario permanente de esa misma vía también vivió una experiencia similar. Esperaba en un taxi el cambio de semáforo de la avenida del Ferrocarril cuando dos personas se acercaron al vehículo para pedirle monedas. “Vieron el celular del taxista cerca, se lo arrebataron y salieron corriendo. Los perseguimos en el carro pero se perdieron entre los árboles y las demás personas cerca del río. Dimos aviso a la Policía pero el teléfono no apareció”, narra.
Y en el Facebook de EL COLOMBIANO se evidencian más casos en el mismo punto, por ejemplo Felipe Marulanda, a quien se le atravesó un taxi que le hizo disminuir la velocidad, “luego dos indigentes me tumbaron de la moto; con tan buena suerte que por cuestiones de Dios o del más allá la moto no les aceleró, se reventó la correa (BWS2), en esas apareció una persona y llegó pitándoles, se asustaron y salieron corriendo”, cuenta.
Asunto de seguridad
Los afectados denuncian falta de Policía en la zona. Al respecto, Sergio Vargas, secretario de Seguridad de Medellín, señala: “seguiremos haciendo los planes de recuperación de ese espacio en el hay un trabajo con la Secretaría de Inclusión Social, Secretaría de Salud, Policía Nacional y Gerencia Territorial”.
No obstante, Vargas precisa que uno de los mayores inconvenientes a la hora de solucionar el problema es que las personas que han sufrido este tipo de delitos no se acercan a denunciar. “Sin embargo, hay claridad de unos eventos que se presentan en esa zona y ya he recomendado a la Policía para hacer el acompañamiento permanente con un cuadrante, conocer como se está comportando el habitante de calle y los hechos puntuales que están relacionados con robos”, acota. (Lea aquí Estos son los nueve puntos más inseguros en el Valle de Aburrá)
¿Hay solución?
Para Luz Aída Rendón Berrío, subsecretaria de Grupos Poblacionales, el fenómeno de la delincuencia que ocurre en la ciudad tiene una razón: el cierre de cerca de 48 plazas de vicio que expone la problemática que estaba a puerta cerrada. (Por atravesarse indigentes causan choques)
Aunque no existen pruebas legales que vinculen directamente esta delincuencia con los habitantes de la calle, la Policía ha incautado en la zona 300 armas blancas y dos armas de fuego, desde diciembre de 2014 hasta la fecha. Sin embargo, más allá de las acciones preventivas, para tratar de minimizar estos hechos delictivos, la Subsecretaría de Grupos Poblacionales tiene varios programas sociales entre los que se destacan: la Casa Acogida, que atiende diariamente a 250 jóvenes; los Centros de Atención al Habitante de Calle, que ayudan a 1.250 personas en el día, y el Carpín, que atiende a 100 adultos mayores. Estos programas mejoran la calidad de vida de estas personas para evitar que recaigan en el vicio y la delincuencia.
Finalmente, una recomendación que da esta dependencia es que los ciudadanos eviten promover la mendicidad: “Dar dinero y dar comida al habitante de calle lo que hace es agudizar la problemática”, dijo Luz Aída Rendón Berrío, subsecretaria de Grupos Poblacionales.
