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Ofrecer espacios más modernos, con dotación más acorde a las necesidades educativas y de atención integral, así como ampliar los cupos, son dos de los objetivos que pretende solucionar la construcción de una nueva sede del Centro de Diagnóstico y Derivación, a donde llevan los niños y jóvenes que han sido violentados y vulnerados en sus derechos.
Ubicado en el barrio Altavista de Robledo, comuna 7 de Medellín, el centro pasará de 85 a máximo 100 cupos, según la demanda de los servicios que ofrece la Alcaldía de Medellín, a través de la Unidad de Niñez de la Secretaría de Inclusión Social.
La obra es gerenciada por la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU) y según Camilo Builes, subgerente de Diseño e Innovación de la entidad, el contrato para su ejecución tiene una duración de 12 meses.
“La entrega del Centro está proyectada para mediados de este año”, comentó Builes.
La antigua estructura presentaba humedades y problemas de suelo, por lo que fue necesaria su demolición.
“Se están construyendo tres bloques, con varios niveles, pero el proyecto es de 4 bloques, en un área de 3.500 metros cuadrados”, explicó el vocero de la EDU.
Luego de finalizarse el proyecto, la ciudad contará con un espacio para la atención integral de menores en mejores condiciones.
Este espacio funciona solo como un sitio transitorio de acogida, mientras que la situación de los niños y niñas que se llevan allí es resuelta por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf).
Paulina Suárez, secretaria de Inclusión Social y Familia de Medellín, aseguró que al lugar llegan los casos que recibe la Policía de Infancia y Adolescencia y “acogemos al niño hasta que el Icbf resuelva a dónde los llevará”.
La mayoría de los menores de edad que pasan por allí han sufrido violencia intrafamiliar o están en condición de calle.
En el Centro se atienden niños desde los 7 hasta los 17 años. Allí tienen comida, un lugar donde dormir y diversos programas educativos, lúdicos y artísticos para superar posibles secuelas que queden tras sus experiencias.
“Los acompañamos con trabajadores sociales, sicólogos y metodólogos para tratar cada caso y favorecer el bienestar emocional”, afirmó la secretaria.
Gracias a que la construcción se realiza por etapas, los menores de edad que ya estaban en el centro se alojan en otro bloque contiguo al lugar de la obra. “Con esta intervención de la EDU los niños van a encontrar un espacio más bonito, de más amor”, finalizó Suárez.
William Teque Murillo es uno de ellos. Vive en la zona de Niquitao y a pesar de las dificultades con el idioma, dice estar feliz porque gracias al empleo puede subsistir y ayudar a sus parientes. “Mi familia vende artesanías acá en Medellín”, acotó.
La ejecución del proyecto ha generado 215 empleos .