La pirámide invertida de la movilidad regional expone que, luego de los peatones, los ciclistas son los actores viales de mayor prioridad. Esto, sin embargo, no los exime de recibir sanciones del Código Nacional de Tránsito.
De acuerdo con la Secretaría de Movilidad de Medellín, este año se han impartido, en promedio, 812 comparendos a diario a los conductores de carros, y 777 a los de motocicletas. Por su parte, la cifra de los ciclistas no llega a uno diario (se sitúa en 0,38 casos al día).
Las diferencias entre las sanciones a los usuarios de cada medio de transporte se puede explicar en su tenencia. Según la encuesta Origen-Destino del Área Metropolitana del Valle de Aburrá (2017), en Medellín hay 82 motos por cada 1.000 habitantes, 70 carros y apenas 14 bicicletas.
Las principales causas
Con 34 casos en lo que va del año, las infracciones de tipo H10 al Código Nacional de Tránsito (ver recuadro) son las que más les han acarreado sanciones a los usuarios urbanos de bicicletas.
Según Carlos Ríos, gerente de Movilidad Humana de Medellín, las sanciones que se imparten por ese comportamiento son de carácter pedagógico, por lo que no acarrean multas económicas, pero sí la asistencia a un curso de seguridad vial en esa dependencia.
No obstante, las correspondientes a la segunda causa por la que son más sancionados los ciclistas en Medellín sí conllevan el pago de un monto: quienes van en la bicicleta agarrados de otros vehículos (29 en lo que va del año) tienen una sanción económica de cinco salarios mínimos diarios legales vigentes, equivalentes a cerca de $110.000, explicó el gerente Ríos.
Frente a esa práctica, Emmanuel Ospina-Sierra, investigador en Movilidad del centro de estudios Urbam de la Universidad Eafit, planteó que es atribuible a uno de los tres tipos de ciclistas que circulan por Medellín.
“En la ciudad se puede hablar de ciclistas urbanos, que son los que usan la bicicleta para desplazarse a su lugar de estudio o trabajo; deportistas, profesionales o aficionados, que entrenan en la bicicleta; y los deportistas extremos, que son los que se agarran de los buses o camiones”, estableció Ospina-Sierra.
No uso de ciclorrutas
Al preguntarles a través de Twitter a los lectores de EL COLOMBIANO cuáles eran los comportamientos inadecuados de los ciclistas que presenciaban con más frecuencia, fue recurrente la mención a los usuarios de bicicletas que, aún teniendo carriles exclusivos dispuestos, ruedan por la vía con los demás vehículos.
Sin embargo, de acuerdo con el artículo 9 de la Ley 1811 de 2016, en el que se basa un pronunciamiento del 11 de diciembre de 2017 del Ministerio de Transporte, “un ciclista tiene la posibilidad de transitar en forma exclusiva (en ciclorruta) o bajo condiciones de tráfico compartido (ocupando un carril), aunque coexista la oferta de ambas infraestructuras, sin que ello represente sanciones”.
En ese sentido, Mauricio Mesa, coordinador del colectivo Siclas, explicó: “Cuando uno va rápido, a 40 kilómetros por hora, no es conveniente el uso de la ciclorruta, que tiene un límite de velocidad de 20 kilómetros por hora. Transitar a esa velocidad por las ciclorrutas lo pone en peligro a uno y a los peatones”.
Por su parte, el investigador Ospina-Sierra sostuvo que el no uso de las ciclorrutas da cuenta de una infraestructura que no satisface las necesidades de los usuarios.
“En ocasiones, la utilización de la vía, e incluso los andenes, son las formas que encuentra el ciclista para garantizarse un mínimo de seguridad. Además, hay lugares en los que ir en contravía es necesario para agilizar su recorrido. Estas, por supuesto, son acciones reprochables, pero que las autoridades deben identificar para poder atender de forma efectiva las necesidades de los ciclistas con infraestructura que motive a usar este medio”, concluyó.
En complemento, Mesa expuso que en los comparendos a ciclistas debe haber una corresponsabilidad: el compromiso de los ciclistas para evitar los comportamientos que los ponen en riesgo a ellos y a los demás, pero también el de las autoridades para aumentar las actividades pedagógicas.
Desde 2016, la Secretaría de Movilidad ha impactado a 22.000 ciclistas con campañas de educación vial .