El descubrimiento de una red clandestina que operaba en Medellín, al parecer asociada con el denominado Cartel de los Soles, volvió a poner el dedo en la llaga sobre las actividades conjuntas del crimen organizado paisa con sus pares venezolanos.
Hasta el momento, las investigaciones judiciales dan cuenta de conexiones de narcotráfico, blanqueo de capitales y tráfico de armas, que se han hecho más visibles en los últimos dos años. Esto, sin contar con las incursiones de estos extranjeros en la delincuencia común de Medellín, como robos, riñas y microtráfico local de drogas.
El episodio más reciente fue presentado por la Dirección Especializada contra el Narcotráfico de la Fiscalía, el pasado fin de semana, al anunciar la captura en Medellín de tres venezolanos, dos colombianos y un español con pasaporte de Venezuela. Son sospechosos de integrar una “organización señalada de mover altas sumas de dinero, producto del envío de cocaína a Venezuela”.
Los investigadores presumen que un grupo narcotraficante de Antioquia, aún no determinado, actuaba en asocio con el Cartel de los Soles, como denominan las agencias internacionales a una estructura compuesta por algunos miembros del gobierno chavista y sus Fuerzas Militares, involucrados en el negocio transnacional de drogas.
Se supone que dicha mafia administra las narcorrutas, tanto terrestres como aéreas, que atraviesan su nación desde Colombia, y que tendría tratos con grupos criminales como las antiguas Farc y sus nuevas disidencias, el Clan del Golfo, “los Rastrojos”, “los Puntilleros”, “los Pelusos” y “la Oficina”, entre otros.
Según la Fiscalía, “el estupefaciente salía de los Llanos Orientales y era entregado al Cartel de los Soles, que sería el encargado de ponerlo en Centroamérica y EE.UU. Los pagos por los cargamentos eran recibidos en hoteles y sitios exclusivos ubicados en el sector El Poblado, en Medellín”.
En nuestra ciudad, el dinero era administrado por un español de 66 años. Su banda movía gruesas sumas de dinero en cuentas bancarias y en efectivo, para lo cual algunos de sus integrantes usaban atuendos y maleteros de empresas de domicilio, lo que les permitía transportar los fajos sin despertar sospecha. La Dijín les incautó $1.800 millones, 2.150 tarjetas bancarias, 2.320 facturas de retiro de dinero, dos máquinas para contar plata y cuatro maletas de compañías domiciliarias.
EL COLOMBIANO consultó a la Fiscalía para saber más detalles del caso y en qué negocios estarían invirtiendo el dinero, pero la Institución reservó los datos, aduciendo que se trata de una operación más grande. Al parecer, solo han tocado la punta del iceberg.