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La soledad de los venteros de tamarindo en Santa Fe de Antioquia

Comerciantes de Santa Fe de Antioquia, que fueron reubicados, se sienten huérfanos del turismo.

  • La remodelación del parque de Santa Fe de Antioquia fue bien recibida por la comunidad. No obstante, los turistas no encuentran allí las tradicionales ventas de frutas. FOTO Juan Antonio Sánchez
    La remodelación del parque de Santa Fe de Antioquia fue bien recibida por la comunidad. No obstante, los turistas no encuentran allí las tradicionales ventas de frutas. FOTO Juan Antonio Sánchez
31 de mayo de 2018
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La tradición de los fruteros, sobre todo aquellos que venden tamarindo en Santa Fe de Antioquia, está en riesgo de desaparecer. Así lo manifiestan la asociación que los agrupa y algunos docentes que trabajan desde hace seis años en el Occidente antioqueño.

El problema, para ellos, inició luego de que la Alcaldía los reubicara en el Mercado de Frutas y Artesanías, a un costado de la Terminal de Transportes. Afirman que allí no llegan los turistas que les compraban sus productos. El parque principal, donde estuvieron por décadas, fue sometido a un proceso de remodelación entre enero de 2017 y diciembre del mismo año.

En la reubicación la Alcaldía invirtió $1.400 millones, de los cuales $1.000 millones fueron de regalías y el monto restante de recursos propios. El lugar cuenta con 40 locales, aunque más de la mitad permanecen cerrados.

Al respecto el alcalde local, Saulo Rivera Fernández, dijo que el estado del parque antes de la remodelación era desordenado y antihigiénico.

Rivera reconoció que en su plan de gobierno intentó llevar a los fruteros de nuevo al parque una vez concluidas las reformas, pero condiciones y conceptos emitidos por el Ministerio de Cultura determinaron que no fuera así. “Otro asunto es que si decidimos desocupar el sitio que se adecuó, incurriríamos en detrimento fiscal porque el mercado se habría construido para nada”.

No llegan los turistas

“En el nuevo mercado solo hemos tenido pérdidas. En dos semanas, por ejemplo, he vendido menos de $1.000, y más bien perdí como $600.000 en productos que se dañaron porque no hay quién nos compre”, reveló Mary Luz Correa, líder de la Asociación de Fruteros de Santa Fe de Antioquia.

Sin espacio donde estacionar y en locales encerrados donde no pueden exhibir el tamarindo, el zapote, el algarrobo y otros productos, los comerciantes se sienten aislados en un lugar que no es atractivo para los visitantes.

Mary Luz teme que la tradición de su familia se pierda. Lleva 32 años vendiendo tamarindo, oficio que heredó de su madre y el cual su hija, de 23 años, comienza a tomar como propio. “Hay familias que se han dedicado por más de 50 años a esto, es que nosotros hacemos parte del patrimonio cultural del pueblo, y nos parece injusto que nos estén dejando en esta situación”.

Seis artesanos y 14 fruteros abren cada día sus negocios en el mercado donde casi no llegan turistas, mientras las deudas en sus hogares crecen, y, aunque reconocen los esfuerzos de la Administración Municipal por llevar visitantes al mercado, las cosas no volvieron a ser iguales.

Sandra Bibiana Muriel, docente del Politécnico Jaime Isaza Cadavid que ha acompañado la actividad frutera en el Occidente desde 2012, considera que los vendedores hacen parte de una cadena económica que nace en las fincas de toda la región.

“No se entiende ese modelo de turismo que plantea la Administración, tan poco incluyente con estas personas que, solo con sus conocimientos del tamarindo, son un símbolo cultural que debería promoverse”, comentó.

Más plazo

A través de un contrato con mototaxistas la Alcaldía buscó llevar turistas gratis hasta allí, también eximió del pago de alquiler por tres años a los comerciantes, y estudian la posibilidad de construir pasos peatonales, puentes o deprimidos, sobre la vía que separa la parte colonial y los locales, estrategias que, según Mary Luz, no ha funcionado.

“Pedimos tiempo para ver si la situación mejora. Incluso los fines de semana y festivos disponemos de 30 toldos cerca al parque donde pueden vender sus productos”, expresó el alcalde. Hay 10 comerciantes que se ubicaron en otro punto del pueblo, La Chinca, pero la Alcaldía también busca instalarlos en el mercado.

El tamarindo ya no llena con su olor las calles del parque. La docente Muriel recomendó que aunque no sea allí, se busque una casa o un espacio adecuado, en el sector colonial, para no poner en peligro esta tradición y así evitar que las familias afectadas “paguen los platos rotos” por falta de un plan claro de organización del Municipio.

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