La situación en Tuluá, Valle del Cauca, continúa siendo crítica tras el traslado de alias Pipe Tuluá, presunto cabecilla de la banda criminal La Inmaculada. En las últimas horas, hombres en motocicleta arrojaron una granada en inmediaciones del coliseo de ferias, generando caos en la ciudad. El artefacto no llegó a explotar, lo que evitó una posible tragedia.
Las autoridades, con apoyo de unidades especializadas en manejo de explosivos, realizaron el retiro controlado del artefacto y aseguraron la zona. Hasta el momento no se reportan personas heridas ni daños materiales.
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Este nuevo hecho de violencia se suma a la quema de dos taxis ocurrida horas antes, lo que obligó a decretar toque de queda en el municipio. La Gobernación del Valle del Cauca ofreció una recompensa de hasta 100 millones de pesos por información que permita identificar y capturar a los responsables de estos actos, presuntamente integrantes de La Inmaculada.
Las autoridades adelantan investigaciones para esclarecer los hechos y restablecer el orden público en la región.
Por su parte, la gobernadora del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro, aseguró que su administración se encuentra en constante articulación con las autoridades locales y nacionales para contener la escalada violenta que afecta a Tuluá.
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“Estamos trabajando de la mano con la Fuerza Pública para garantizar la seguridad de los ciudadanos y no descansaremos hasta devolverle la tranquilidad a los tulueños. Quienes hoy siembran terror con sus actos delictivos deben saber que no escaparán de la justicia ni de nuestra firme decisión de recuperar a Tuluá del control delincuencial”, afirmó la mandataria en un comunicado.
La gobernadora también sostuvo que, por solicitud directa de su despacho, la comandante de la Policía del Valle se desplazó a Tuluá para asumir el manejo directo de la situación. “Seguimos actuando con determinación y de forma articulada para restaurar el orden público, proteger a nuestra gente y transformar de fondo la seguridad en el municipio”, añadió.
A pesar de estos anuncios, el ambiente en la ciudad, conocida como el corazón del Valle, es de temor e incertidumbre. La ciudadanía se siente desprotegida frente a una posible oleada de violencia que podría afectar directamente a la población civil. El toque de queda, la presencia de explosivos y la incineración de vehículos han elevado el nivel de angustia entre los habitantes.
“Esto está muy grave. Hasta miedo nos da salir, porque no sabemos qué pueda pasar en cualquier calle de Tuluá. La gente dice cosas, que viene la guerra, que van a poner explosivos, y que puede suceder en cualquier parte de la ciudad. ¿Quién va a vivir tranquilo con esos comentarios?”, expresó Juan Navia, habitante del municipio.