La sangre y la lluvia, de Jorge Navas

Momentos, sólo momentos

Por: Iñigo Montoya


Como muchas películas colombianas recientes, ésta viene precedida de una gran expectativa por la promoción que le han hecho y su participación en un gran festival de cine, el de Venecia. Su director también tiene un cierto reconocimiento en el audiovisual nacional y el título y los avances no podían ser más sugestivos.

Si bien esas expectativas se ven colmadas en muchos aspectos, en la creación de atmósferas y la puesta en escena, principalmente, en general es una cinta que cojea en su narración, en la solidez del planteamiento de sus ideas y hasta en la construcción de uno de sus protagonistas.

La esencia de la historia es clara, se trata del encuentro de dos soledades en medio de la noche y ante la hostilidad de la ciudad marginal. Sin embargo, esa esencia sólo está enunciada, porque nos queda debiendo en profundidad y contundencia. Esa relación entre la bella y el taxista no resulta lo íntima y profunda que parece pretender, empezando porque a ella no se le ve muy bien dibujada, no se sabe bien qué quiere, cuáles son sus motivaciones y por qué de sus insólitos contrastes (luego de verla beber, aspirar, levantarse a un cualquiera y masturbarse en un motel, vienen una seguidilla de actos como de buena samaritana y víctima).

Con el personaje del taxista las cosas son más claras, se entiende su historia y su actitud, aunque el asunto se empieza a desbaratar cuando lo secuestran por unas razones que no quedan del todo claras, pero menos claro aún queda ese desenlace, donde hay una violencia en fuera de campo que deja al espectador confundido con lo que pasó. Es decir, el clímax pasa no ante nuestros ojos sino fuera del plano, dejándonos por unos instantes en la oscuridad de un relato mal visualizado.

Es cierto que la película alcanza unos muy buenos momentos en las actuaciones, en la construcción de unas atmósferas en las que la noche, la ciudad y la melancolía hacen una muy buena combinación, así como en lagunas imágenes que se logran con estos mismos elementos (la noche, la lluvia y la ciudad) que, como es bien sabido, son muy fotogénicos, pero el cuadro general se antoja más como una serie de viñetas, a veces hasta inconsistentes unas con otras, y no un relato sólido y congruente.

La película intimista que se prometía desde el principio se vio malograda por el thriller que se apodera de ella y que la hace confusa e insustancial.

1 comment

  1. Pablo Calle Jiménez   •  

    Una vez mas estoy totalmente de acuerdo con el análisis que haces. muy acertado, bien redactado y con el suficiente criterio para darse cuenta de que el que escribe esta columna es una persona que sabe del tema. No me queda mas que agradecer por este espacio que sin falta leo y uso de guía para la elección de las próximas películas que veré.

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