El cine de culto

Tim Curry en The rocky horror picture showEntre la carencia y el exceso

Por: Oswaldo Osorio

Si hay una película que de lo mala resulta fascinante, otra que casi nadie vio el día de su estreno y ahora la estudian en las universidades o una más que excede todos los límites de la cordura, el mal gusto o la desmesura, eso es cine de culto.

Pero habría que precisar que la condición de su existencia está dada por los “cultistas”, un raro tipo de cinéfilo a quien no sólo le apasiona el cine como arte o como experiencia emocional, sino también como icono visual susceptible de ser adorado, celebrado y mitificado.

The rocky horror picture show (Jim Sharman, 1975) es una exuberante historia de rock y horror (blando) protagonizada por el Dr. Frank N. Furter, un científico loco travesti de otro planeta. Se trata de uno de los ejemplos más populares y representativos del cine de culto: por sus excesos, porque se sale de todo molde conocido hasta entonces y porque sus proyecciones a media noche en las salas de arte han sido una literal celebración del rito del cine en general y de las imágenes y la música de esta película en particular, pues los asistentes no se conforman sólo con verla, sino que también se visten como sus personajes, asumen roles y cantan y bailan al unísono con las imágenes de la pantalla. Este ritual se puede repetir a la semana siguiente o al mes siguiente y así desde hace un cuarto de siglo.

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