Cowboys Vs. Aliens, de Jon Favreau

Invasores del lejano oeste

Por: Oswaldo Osorio


De todas las mezclas posibles entre géneros cinematográficos, la del western con la ciencia ficción es, sin duda, la más atractiva. La razón es simple, son dos universos opuestos que se reúnen en el mismo tiempo y espacio. De esa contradicción resultan casi siempre ingeniosas historias, pero sobre todo, la oportunidad de explotar las enormes posibilidades visuales y estéticas que cada uno de estos géneros tiene.

La idea no es nueva. Ya ha estado presente en la literatura, el cómic y la televisión. En el cine el primer referente data de 1935, con un serial llamado The Phantom Empire. Pero los más conocidos son Westworld (1973), Volver al futuro III (1990) y Wild Wild West (1999), aunque esta última realmente pertenece a un subgénero llamado steam fiction, que es aquel que especula con la posibilidad de que el desarrollo tecnológico de la humanidad se hubiera dado por vía de las máquinas a vapor.

Por otra parte, existe una variante más arrevesada todavía, el space western, al que pertenecen aquellas películas que tienen toda la lógica y dinámica del western en su historia y personajes, pero la trama se desarrolla en el espacio exterior. La guerra de las galaxias (1977) es el mejor ejemplo, aunque también se pueden mencionar Star Trek V: The final frontier (1989) y Cowboy Bebop (2001), un anime que también fue serie de televisión.

Ambos son géneros propicios para la acción, el western con sus pistoleros siempre prestos a tirar del gatillo por cualquier razón, ya sea por los indios, por robar el oro de la diligencia, por cobrar una recompensa o simplemente por divertirse a costa de otro más débil. La ciencia ficción, por su parte, en esta película se presenta en su variante de alienígenas invasores, planteando esa dinámica simple, pero muy intensa, de dos bandos en franca confrontación, unos atacando y otros defendiéndose.

Y es precisamente en este último punto donde se encuentra el fuerte de esta cinta, pues con la tecnología de finales del siglo XIX se hace más irresoluble el conflicto de combatir a los invasores. Sin embargo, los guionistas se las arreglan para mandarles ayuda “externa”, y es por salidas como esa que la historia evidencia una cierta pobreza en su construcción.

Pero si bien su argumento no es lo ingenioso que el planteamiento inicial le exigía, aún así, la película mantiene su fuerza natural dada por la mencionada oposición de esquemas y por la vistosa iconografía de cada género. Adicionalmente, la pareja protagónica (interpretada por Daniel Craig y Harrison Ford), aunque construidos con los arquetipos del western, funcionan muy bien por su encarnación de héroes ambiguos y por el contrapunto que sostienen sus personajes.

Basada en una novela gráfica de Scott Mitchell Rosenberg, Cowboys Vs. Aliens se presenta como una buena opción de entretenimiento, porque está construida con algunos de los elementos más atractivos del cine, cinética y visualmente hablando: naves espaciales, alienígenas, tiroteos, persecuciones, jinetes atravesando el desierto, explosiones, etc.

Aunque no hay mucho seso en ella, tampoco es necesario que todas las películas lo tengan, lo importante aquí es que se trata de un relato que conjuga el encanto y el impacto de los que tal vez son los géneros cinematográficos más fascinantes e icónicos del séptimo arte, y eso ya es suficiente para abandonarse ante la gran pantalla.


Iron Man 2, de Jon Favreau

Tedio enlatado

Por: Íñigo Montoya

Es absurda la cantidad de veces que nos vemos obligados a comprobar que segundas partes nunca son buenas. Así como sorprendió que, en su primera parte, otra historia más sobre un superhéroe que viste un traje mecánico resultara una cinta interesante y entretenida, ahora no sorprende que su alargue a una segunda parte haya sido un fiasco en casi todos los sentidos.

Como se sabe, las segundas partes se hacen para sacar más provecho a la franquicia luego del éxito de la primera. Excepciones como Terminador, Volver al futuro o Resident Evil, son muy escasas, porque por lo general la segunda resulta una mala copia de la primera en la que, extrañamente, los mismos elementos no funcionan de nuevo.

La idea inicial, que está basada en un superhéroe detrás del cual hay un multimillonario hedonista y arrogante, funcionó muy bien hace dos años, tal vez por la novedad del personaje y su juguete tecnológico. Pero en esta ocasión esa personalidad es llevada a extremos ridículos, como cuando hace de anfitrión de una fiesta con el traje puesto y luego, borracho, pelea con su amigo que le quitó uno de los trajes.

En este sentido el guión resulta trivial y empantanado en una serie de situaciones que no se deciden en, por un lado, desarrollar a profundidad la trama o sus personajes, o por otro, al menos concentrarse en buenas secuencias de acción, de las cuales escasamente hay tres en toda la película, sin que necesariamente sean lo mejor que hayamos visto del cine de acción: sólo pirotecnia visual y máquinas dándose golpes.

Es una lástima ver cómo Robert Downey Jr. desperdicia con cintas así el renacimiento de su carrera (debía aprenderle a Johnny Depp, que advirtió que no participaría de Piratas de Caribe 4 si no le gustaba el guión). Igual es una lástima ver a la bella Scarlet Johansson hacer papelitos de este calibre, luego de actuar a las órdenes de maestros del cine.