Manos sucias, de Josef Kubota

Arrinconados en altamar

Oswaldo Osorio


Nada es nuevo en todo lo que cuenta esta película, y aun así, nos revela un mundo y unos personajes que creíamos conocer. Es una historia sobre dos hermanos, narcotráfico, marginalidad y violencia, pero a pesar de lo recurrentes que puedan parecer estos temas en el cine colombiano, es una película inédita, con una mirada descarnada y compasiva al mismo tiempo, sin afeites ni efectismos.

Cuando un extranjero hace una película en el país, rara vez se puede decir que es colombiana, porque casi siempre les falta mirar desde adentro o de cerca y desprenderse de la tara de los estereotipos y la fascinación por el exotismo. No es el caso de Josef Kubota, un joven director estadounidense que, apenas terminados sus estudios de cine en la Universidad de Nueva York, ya estaba viajando al Pacífico colombiano a investigar sobre la que sería su ópera prima.

Que Spike Lee era su profesor y que le prestó el nombre para que apareciera como productor ejecutivo, tal vez solo sirva como ayuda promocional para la película, que nunca está de más. Pero lo importante es que este director supo entender el universo, los personajes y la historia que quería contar, apelando al realismo en las imágenes y a la sencillez en la puesta en escena, porque sabía que la fuerza de su historia estaba en la situación límite que contaba y en la condición marginal de sus personajes.

En la película, dos hermanos llevan un “torpedo” cargado con cien kilos de coca a una entrega en altamar. A pesar del parentesco, son casi un par de extraños que apenas se van a conocer durante el corto viaje. Ese es el primer acierto de este filme, porque esta contradictoria relación de los protagonistas es una forma de construirlos con naturalidad y solidez. Sus diálogos de extraños conocidos pasan por todos los rangos emocionales, otorgándole calidez y profundidad al relato, así como dimensión a los personajes.

De otro lado, están los peligros que representa su trabajo y las secuencias de acción que se desprenden de estos peligros. Con la misma sencillez y fuerza con que pone a conversar a los dos hermanos, desarrolla estas secuencias cargadas de tensión y dinamismo, haciendo de la película un relato equilibrado y envolvente, un thriller y un relato intimista al mismo tiempo.

Pero la validez y contundencia de la película está en lo que no se dice y se infiere por la historia, como la marginalidad de aquella región y la forma como arrincona a los hombres a “ensuciarse las manos” con la violencia y al servicio del narcotráfico, o la pérdida de la inocencia a fuerza de conocer un mundo oscuro y ser sometido a un bautizo de sangre, o la ausencia de un futuro para los jóvenes ante tales circunstancias.

Por eso esta es una película inédita, porque aunque no cuenta una historia nueva y, además, plantea unas ideas conocidas sobre la realidad del país, todo lo dice de una forma tan lúcida y dolorosa como la primera vez que lo vimos o lo escuchamos.