Karen llora en un bus, de Gabriel Rojas

Viaje en bus hacia la liberación

Por: Oswaldo Osorio


Las historias intimistas son escasas en el cine colombiano, así como las películas que se ocupan del universo femenino. Esta cinta tiene ambos elementos y los desarrolla cabalmente a partir de un relato sencillo y una concepción visual naturalista, pero con un acabado propio. Y si bien no se trata de los grandes temas, justamente, su énfasis está en los detalles, en la sutileza de los sentimientos y en el pequeño mundo de una mujer, que podría ser cualquier otra.

En su ópera prima el joven director Gabriel Rojas plantea una historia de liberación. Una mujer de mediana edad, sin hijos y con un tedioso matrimonio encima, decide romper con esa vida de insatisfacciones, para lo cual sigue todo el proceso lógico: rebelión, duelo, búsqueda de sí misma, ensayo de soluciones (trabajo, otra pareja, etc.) y la autodeterminación final.

El relato da cuenta de este proceso y en su camino explora las emociones y estados ánimo que esta mujer experimenta en cada  etapa. De esta manera, es posible ver cómo puede ser misteriosa, desorientada, amargada, triste, apasionada, decidida o hasta feliz. La búsqueda desesperada por redefinirse y darle un nuevo rumbo a su vida le exige todo ese viaje emocional, y la película –así como la actriz Ángela Carrizosa- consiguen expresarlo con eficacia.

Por otra parte, si bien Karen está en todas las escenas, los personajes secundarios están para hacer eco de su búsqueda, para darle motivos a las decisiones que toma o servir como referentes de la vida que quiere o no quiere tener. Los masculinos son los menos logrados, funcionan un poco torpemente para recalcar esa opresión de la que quiere escapar esta mujer, mientras que la amiga, aparentemente, tiene la liberación que ella busca, pero lograda por la vía fácil, y eventualmente se quebrará, demostrando que esa libertad cuesta mucho más que una simple actitud desenfadada ante la vida.

Se trata de una historia cíclica, porque al final se puede ver a otra Karen, con cualquier otro nombre, llorando en un bus, iniciando otra historia parecida a la de la protagonista. Porque Karen es muchas mujeres, todas esas a les que les toca luchar más, sobre todo por la marginalidad a la que las somete la vida por distintas razones, como la dependencia material de los hombres o porque la sociedad les ofrece menos oportunidades.

Esta es una película discreta y, en general, sólida. Desde el principio sabe lo que quiere decir y el tono en que desea plantear su relato y logra tanto lo uno como lo otro. Que por momentos el espectador se puede encontrar con imperfecciones, ya en la construcción de ciertos personajes o en la falta de fuerza de algunas escenas, pero esto no es suficiente para negar que detrás de ella hay un director con una idea muy clara de lo que quiere contar y la forma en que lo puede conseguir a partir de los recursos del cine.