Promesas peligrosas, de David Cronenberg

El oeste prometido

Por: Oswaldo Osorio

¿Dónde está el David Cronenberg visceral y truculento, idólatra enfermizo de oscuros juegos con la carne? Pues en el pasado, y allí está bien esa obra que  tanto fascinó y sorprendió a todo espectador que algo tuviera de perverso y fueran de su gusto las audacias mentales y orgánico-corporales. Porque lo que ha hecho este director canadiense con sus dos últimas películas es, aún manteniendo esa visceralidad y truculencia como contenida esencia, construir unos perfectos thrillers que dan cuenta de su madurez creativa y precisión narrativa, sin dejar de ser tan perturbador como lo era antes.

Es inevitable resaltar el parecido de este filme con el anterior del director, Una historia violenta (2005). El esquema es muy similar, esto es, en la vida ordinaria de alguien aparece una amenaza, un elemento extremo sustentado en la violencia. Pero mientras en Una historia violenta el asunto se resuelve relativamente fácil, aunque no exento de  sugestión y fuerza, y con un héroe tremendamente simpático y sin tacha, en promesas peligrosas esa amenaza sostiene la tensión durante casi todo el filme, haciéndose cada vez más pesada y asfixiante, mientras que el espectador y la protagonista están desamparados ante la inexistencia de un héroe tranquilizador.

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