Debate sobre la pobreza: dar oportunidades en lugar de limosna.

En las últimas semanas se ha despertado un debate “ético” sobre la pobreza, todo por culpa de una discusión entre el Vicepresidente de Colombia y expertos que osaron insinuar que con menos de 300 mil pesos, ya no se es pobre en este país. No vamos a participar en ese debate banal: con 250 mil pesos nadie puede vivir decentemente, es un hecho.

Pero, lo que los expertos traen a colación es el tema del análisis multidimensional de la pobreza. Estos estudios, realizados con la metodología OPHI de Oxford, tratan de salir de los esquemas planos y tradicionales sobre la distribución del ingreso y la equidad. Pero su aporte central no está en el diagnóstico per se, sino en el hecho que esta perspectiva multidimensional sirve de base para crear estrategias incluyentes que ayuden a las personas a salir de la pobreza.

Estudios del Banco Mundial indican que un alto porcentaje de la población mundial vive con dos dólares o menos, al día. Lamentablemente el debate con el Vicepresidente nos alejó de lo verdaderamente interesante alrededor del tema: ¿cómo salir de ella?. Otros estudios complementarios dan luces sobre las oportunidades que existen cuando se analiza la pobreza con otros ojos: con ojos de oportunidad.

Hernando de Soto y C. K. Prahalad han desatado una corriente de pensamiento que ve un gran potencial de negocios en la “base de la pirámide”. El problema de los pobres, plantean ellos, no es la ausencia de pertenencias , sino la incapacidad del sistema de vincularlos de manera productiva. ¿Por qué un joven con diploma univeristario tiene más posibilidades de éxito que un adulto con casa pero sin escrituras? Ahí está el centro de su debate: ¿cómo volverse sujete del sistema socio-económico?

Los pobres pueden producir, pueden crear valor, pero no tienen crédito. Mientras el sistema no los reconozca como sujetos, ellos serán inproductivos y continuarán atados a las cadenas del desplazamiento social y económico.

Por eso, estrategias como el microcrédito, las microfinanzas, los bancos de las oportunidades, los programas de apoyo a la microempresa y al emprendimiento, entre otros, son estrategias que apuntan en la dirección concreta. Los bancos y entindades de fomento ven un potencial en estas personas y con sus estrategias de mercado terminan por impulsarlos para salir de la pobreza.

Ahora, la estrategia de medición multidimensional OPHI se puede aprovechar para los mismos objetivos: no sólo calcular el “nivel de pobreza” sino también el potencial de las personas para salir de ella. Así, hogares pobres en los que viven jóvenes que tienen educación media o estudian en la universidad, tienen condiciones especiales para salir adelante. Tienen más posibilidades. Pero, esas posibilidades hay que explotarlas. La banca, por ejemplo, puede diseñar productos para financiar proyectos de emprendimiento o financiar a largo plazo estudios superiores de jóvenes que pueden salir de la pobreza.

No estamos hablando de obras de caridad, sino de estrategias de mercado, incluso de políticas de gobierno, que apoyen a jóvenes con potencial para arrastrar a sus familias de la base de la pirámide hacia el mercado de bienes y servicios.

De igual modo, el Nóbel de Economía Amartya Senn dio un paso al tratar de sacar el debate sobre pobreza de la dimensión de Necesidades Básicas Insatisfechas a la de Acceso a Mercados. Las personas son pobres en la medida que no pueden “acceder”.

Estamos ante una nueva economía, la economía del conocimiento. Hoy hay grandes empresas que se no se caracterizan por la posesión de activos fijos (edificios, tierras, vehículos) sino por ser dueños de conocimiento. Piensen sólamente en lo que es la esencia del valor de Facebook ¿sus computadores y edificios? seguro que no. Hay laboratorios cuya riqueza está determinada por la posesión de una molécula, un único medicamento, resultado de décadas de investigaciones. Y así, cada vez más ejemplos. Tener la capacidad de crear valor a partir del conocimiento, es la base del éxito de las grandes empresas competitivas del mundo moderno.

A las personas nos sucede lo mismo. Una persona joven, con educación y salud física puede ser un potencial de riqueza enorme, todo es cuestión de darle acceso al sistema. Mantenerlo desplazado es un desperdicio para el mercado y la sociedad y, ahí si, una injusticia desde la perspectiva ética.

Un hogar está compuesto, generalmente, por personas de diversas edades. Si se conoce la estructura familiar de la pobreza, ésta se puede intervenir, ofreciendo a los integrantes que estén en capacidad de estudiar, trabajar, endeudarse o emprender, oportunidades para que se articulen al sistema económico. Invertir en alimentación para niños, estudio para jóvenes y oportunidades laborales para adultos, es una manera de atacar directamente las fuentes de la pobreza.

La riqueza hoy no es el número de activos fijos que se posee, sino la capacidad de seguir creando valores. Igualmente, si a una persona inteligente, saludable se le da la oportunidad de laborar, emprender o de estudiar, su potencial de producción se dispara. Pero si se le mantiene  aislado, seguirá siendo pobre y la sociedad se perderá de su capacidad creativa, generadora de riqueza.