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Una noche de horror, otra más de una racha que empezó hace dos años y aún no se detiene, le recordó a la opinión pública del país que los habitantes de Quibdó no pueden dormir tranquilos por culpa del crimen organizado.
Esta vez el olor a plomo inundó el barrio San Vicente, donde el pasado martes mataron a dos hombres e hirieron a tres mujeres, entre ellas una niña de tres años.
Según la investigación preliminar, tres sicarios llegaron en bote a la ribera del río Atrato, y a las 8:00 p.m. incursionaron dando tiros en una vivienda. En el lugar de los hechos fallecieron Albert Andrés Hurtado Castaño, de 18 años, y Juan Carlos Hinestroza Escobar, de 24. Las heridas fueron llevadas a centros médicos.
Después de este hecho, se reportaron balaceras en sectores vecinos como Horizonte y La Playita. En el barrio Simón Bolívar hirieron a otra persona y al amanecer del miércoles, en un paraje de la vía que conduce al corregimiento de Tutunendo hallaron el cadáver de otro hombre abaleado.
“Unidades de investigación criminal están adelantando diligencias y ya tenemos información que nos permite determinar quiénes son los autores materiales de este hecho”, declaró el general Gustavo Franco, comandante de la Región N°6 de la Policía.
La Fuerza Pública incrementó sus patrullajes en la zona y en la tarde de ayer se produjo un enfrentamiento contra ocho supuestos miembros de la banda “los Mexicanos”, en límites de los barrios El Reposo III y Álamos. Dos de ellos murieron y uno quedó lesionado; un policía sufrió una herida en el hombro izquierdo, se incautaron dos pistolas y una subametralladora.
La violencia en el casco urbano de la capital chocoana se debe principalmente a las confrontaciones entre bandas delincuenciales que se disputan el territorio para la venta local de droga y las extorsiones.
Los grupos más beligerantes son “los Mexicanos” y “los Palmeños”, que están enfrascados en un pleito que se concentra en el norte de la ciudad.
A los tiroteos entre ambos, en los que han muerto inocentes en el fuego cruzado, se suman acciones de terrorismo psicológico con grabaciones y panfletos amenazantes que circulan por Whatsapp y demás redes sociales.
Los delincuentes ponen a rotar fotos en las que aparecen armados, con mensajes en los que le prohiben a la gente deambular por ciertas áreas.
En uno de los panfletos, “los Palmeños” hicieron una lista de objetivos, presuntos integrantes de “los Mexicanos”, y advirtieron que harían más acciones armadas en los barrios Las Mercedes, Minuto de Dios y San Vicente. De hecho, el último doble homicidio perpetrado en este sitio se le atribuye, extraoficialmente, a esa estructura ilegal.
Con este clima de violencia, muchos ciudadanos evitan salir de noche, lo que ha opacado el comercio, el entretenimiento nocturno y en general las dinámicas sociales.
El botín en disputa va más allá de las convencionales plazas de vicio, pues la extorsión es una epidemia que afecta los cuatro puntos cardinales de Quibdó. Algunos residentes contaron que el cobro de “la vacuna” es indiscriminado y se aplica a tiendas, casas, supermercados, locales comerciales, ventas informales, empleados públicos, dueños de vehículos y demás.
Entre los casos más absurdos están las extorsiones a contratistas de entidades públicas o privadas, solo por el hecho de recibir un salario.
“En diciembre hubo gente que no puso alumbrados navideños en sus casas porque algunos vecinos podrían pensar que tenían plata, y ahí mismo les caía la banda a pedir la vacuna”, contó un quibdoseño.
La situación generó que en febrero la Iglesia Católica le pidiera una reunión de urgencia al Gobierno. El obispo de Quibdó, monseñor Juan Carlos Barreto, indicó que “según la Defensoría, el 77% de la población del departamento está en riesgo, son 500.000 habitantes en riesgo por los grupos armados en zonas rurales y en Quibdó, una ciudad extorsionada, donde la gente tiene miedo de salir a la calle”.
Las bandas han existido en Quibdó desde el siglo XX, pero en los últimos años su actividad criminal se ha incrementado por cuenta del patrocinio de estructuras con influencia interdepartamental y transnacional, como el Clan del Golfo y el ELN.
Estas facciones, también interesadas en consolidar negocios ilícitos en la capital chocoana, contratan a los grupos locales a modo de outsourcing. Como consecuencia de estas alianzas, las bandas quibdoseñas están teniendo acceso a arsenales de grueso calibre y las peleas que antes eran machete, hoy son con fusiles de asalto.
Hace cuatro años el Clan del Golfo y el ELN están en una cruenta guerra por el dominio del río Atrato y del Chocó (ver el mapa), afectando a la mayoría de municipios con matanzas, desplazamientos forzados, desapariciones, secuestros e instalación de campos minados.
Según la ONU, en el primer trimestre de 2022 hubo cinco desplazamientos masivos que afectaron a 691 familias; 94 comunidades indígenas y afrodescendientes sufrieron confinamientos y cuatro líderes sociales fueron asesinados. En Quibdó han matado a 70 personas, es decir, una cada 33 horas, en promedio.