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El Bicentenario, una tarea inconclusa para Colombia dos siglos después

  • El Bicentenario, una tarea inconclusa para Colombia dos siglos después
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28 de julio de 2019
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Los festejos patrios, como se denominaban en el lenguaje decimonónico, conducen casi fatalmente a una visión candorosa que, por lo irreal, impide ver la parte vacía del vaso. El rigor histórico, si de algo puede servir, debería permitir hacer un balance que muestre, más allá de los obvios avances que la civilización material ha impuesto, la verdadera situación de un país que no ha sabido, y tal vez no ha querido, salir del Aurea Mediocritas (punto medio entre los extremos).

La descomunal tarea asumida hace doscientos años por la generación que, al romper los lazos con España, inicia el proceso de construcción de la nación colombiana como república independiente, puede delimitarse, siguiendo las enseñanzas del profesor Jaime Jaramillo Uribe, a cuatro grandes temas: la organización político-administrativa del territorio, la economía, la educación y la sociedad.

El virreinato de la Nueva Granada, constituido por diversas provincias, separadas por una difícil geografía, osciló entre el federalismo y el centralismo, para luego intentar una confederación como lo fue la Gran Colombia, pronto abandonada para iniciar un accidentado recorrido entre contiendas civiles, que pasó del centralismo al federalismo para culminar en una imposición centralizadora que ha intentado atenuarse con diversos mecanismos que aún hoy, en el siglo XXI, no han producido una solución satisfactoria y, por el contrario, han dado como resultado un país con más territorio que soberanía.

El manejo de la economía, debatiéndose entre el librecambismo y el proteccionismo, mantiene aún rezagos de la época colonial: las rentas estancadas, provenientes de los juegos de azar y de la destilación de licores, continúan financiando en los departamentos la salud y la educación. Igualmente, la exportación de materias primas y la extracción de productos naturales no renovables se privilegia frente al desarrollo de una industria manufacturera eficiente.

La educación cuya dirección exclusiva por parte de la iglesia católica trató de modificarse mediante las enseñanzas de Bentham y de Lancaster y que alcanzó, en 1867, el gran logro de la creación de la Universidad Nacional, con la Regeneración sufrió una regresión que, a pesar de muchos intentos de reforma, no ha logrado aclimatar una ética civil que, practicada por todos, conduzca a la realización del interés general.

Por último, la evolución de una sociedad de castas, rígida y desigual, no ha logrado la inclusión y el respeto por la diversidad, indispensables en una democracia participativa. Como lo evidencia el coeficiente de Gini, somos el segundo país más inequitativo de América Latina y el séptimo del mundo.

Como el ministro chino Zhou Enlai, cuando en 1972 se refirió a los efectos de la Revolución Francesa, podríamos pensar que es demasiado pronto para valorar los resultados de nuestra Independencia o, con decisión y realismo, comprender, en palabras de nuestro Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, cuál es el tamaño de nuestra soledad.

Si la historia, luego de dos siglos, pudiera aconsejar algo sin duda enfatizaría en la urgencia de un compromiso con la paz y el cambio estructural, tal como tantos diagnósticos y la misma Carta Fundamental lo han señalado n

* Director de la Unidad de Patrimonio Cultural e Histórico de la Universidad del Rosario, miembro de la Academia de la Lengua Colombiana.

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