Bogotá y el centro del país siguen en alerta ante los constantes sismos que se vienen registrando tras el temblor de magnitud 6.1 que se sintió el pasado 17 de agosto y que tuvo como epicentro a El Calvario, en el departamento del Meta.
Desde ese jueves no ha parado de temblar en el país. Tan solo ese día, el Servicio Geológico Colombiano (SGC) reportó entre 60 y 90 réplicas, algunas que hicieron que la gente saliera de nuevo a las calles ante el temor de un temblor tan fuerte como el primero. Esas escenas se vieron especialmente en Bogotá, donde la población no está acostumbrada a percibir estos fenómenos.
Desde entonces, los capitalinos tienen la incertidumbre de saber si un terremoto se avecina en la ciudad y que tan catastrófico puede ser, pese a la insistencia del mismo Servicio Geológico y cientos de expertos que explican que científicamente los sismos no se pueden predecir.
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Por eso, una vez más la entidad, a través de sus redes sociales, respondió a la duda que ronda por estos días a los bogotanos máxime cuando está temblando tanto: ¿Es posible que un sismo de magnitud considerable se registre en Bogotá y tenga efectos devastadores en la capital?
Para responder esa duda, el Servicio Geológico se remitió a lo que consideran una premisa de la sismología: “Donde un sismo ha ocurrido o ha tenido efectos en superficie, es probable que esto vuelva a pasar”.
“Por esta razón, en la capital podría haber afectaciones importantes tras la ocurrencia de un sismo, aunque el evento no tenga epicentro allí mismo”, añadieron.
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Esto, luego de recordar varios eventos sísmicos que se sintieron en Bogotá, pero que no la tuvieron como epicentro, como el ocurrido hace 106 años, en 1917, y que motivaron a que en el país se monitorearan los movimientos de sus placas tectónicas.
Aunque la respuesta suena alarmista, la entidad recalcó, nuevamente, que científicamente los “sismos no se pueden predecir”, no obstante, “sí hay algo que se puede hacer: prepararse para mitigar los efectos de un sismo fuerte”.
“Lo importante es conocer estos antecedentes sísmicos y prepararnos de tal forma que podamos minimizar los impactos en caso de que dicho sismo se dé. Esto lo podemos hacer de dos formas: promoviendo y exigiendo la construcción de infraestructura que cumplan las normas de construcción sismorresistente vigentes”, señala la entidad.
Y agrega que también se debe consolidar una cultura de la reducción del riesgo sísmico “en la que los ciudadanos conozcamos los espacios que habitamos, participemos de los simulacros para saber qué hacer en caso de sismo, y estemos al tanto de la amenaza y el riesgo a los que podemos estar expuestos según la zona del país donde vivimos”.
Lina Aguirre, geóloga del grupo de evaluación, monitoreo y diagnóstico de las dinámicas geológicas del SGC indicó que este momento en el que la población está tan pendiente de los sismos y las consecuencias que estos pueden tener, las autoridades regionales deben evaluar el riesgo que tienen, “especialmente las zonas Andina, el Pacífico, el Caribe y el Borde Llanero-Amazónico”, donde tiembla constantemente.