No se engañe ni baje la guardia. Las torrenciales lluvias de los últimos días no significan que haya desaparecido el fenómeno de El Niño y, con él, el peligro de un eventual racionamiento de energía y agua en el país. Los aguaceros que ha visto, por más fuertes que le parezcan, tampoco quieren decir que el país haya entrado en el fenómeno de signo contrario, o sea La Niña.
Cristian Uscátegui, director de pronósticos y alertas del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam), advierte que aunque El Niño está en un proceso de debilitamiento, de todas maneras se mantendrá fuerte y en esa condición podría estar, inclusive, hasta los meses de abril y mayo de 2016.
Si bien históricamente a un Niño severo le sigue una Niña igualmente fuerte, el meteorólogo afirma que este no es necesariamente el caso. De hecho, los modelos y tendencias internacionales arrojan un porcentaje de probabilidad de La Niña del 50 por ciento hacia el mes de octubre de 2016.
Además, sería muy prematuro hablar de La Niña, cuando lo que se observa en el territorio nacional es que los ríos y embalses que alimentan a las centrales hidroeléctricas se encuentran muy bajos en niveles absolutos. Con la advertencia de que la autoridad en la materia es XM, filial de ISA, Uscátegui anota que esos niveles deberían estar por el 60 o 65 por ciento y apenas se acercan al 45 por ciento frente a sus promedios históricos. La reducción, agrega, ha sido muy notoria en los últimos dos meses.
En resumen, y según la información que puede leerse en la página oficial del Ideam, El Niño se mantendrá fuerte durante el mes de febrero y marzo y para mediados de año se vislumbran condiciones neutrales.
Y, volviendo al comienzo, para quienes se ilusionan con las lluvias que están cayendo, tengan en cuenta este mensaje del Ideam: “a corto y mediano plazo no se advierte probabilidad de ocurrencia de un fenómeno de La Niña. Se estima por ahora solo una probabilidad del 50 por ciento de inicio de dicho fenómeno para el último trimestre del año. De consolidarse este fenómeno, sus impactos se empezarían a sentir en el primer trimestre del 2017”.
Por lo tanto, sea juicioso. Mantenga firmes sus estrategias de ahorro de agua y energía. Eso es sensato, considerando las condiciones climáticas. Pero, además, es algo que agradece el bolsillo, dado el incremento que vienen registrando las cuentas de servicios públicos.