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Hasta hace dos meses, el 54 % de los encuestados por Invamer creían que este año concluiría el acuerdo final entre el Gobierno y las Farc, pero según el estudio Gallup Poll que publicó este miércoles EL COLOMBIANO, ahora solo el 37 % mantienen viva esa esperanza.
Quien no pierde la fe es el Gobierno, y por eso la semana pasada, en Cartagena, el presidente Juan Manuel Santos les pidió a sus negociadores acuartelarse con los diferentes voceros del No para avanzar en el proceso de consolidación de las propuestas que llegarán a La Habana.
Inicialmente fueron agrupadas en cinco bloques: elegibilidad y participación en política; alternativas de sanciones con medidas privativas de la libertad; el bloque de constitucionalidad y alcance del acuerdo especial; la entrega de bienes de las Farc para la reparación de las víctima; y la vigencia y nacionalidad de los magistrados del sistema de Justicia Especial para la Paz.
Ayer, después de sostener una prolongada reunión con el equipo negociador del Gobierno, liderado por Humberto de La Calle, el presidente Santos dio a conocer los avances alcanzados con los voceros del No. Después de 60 reuniones, en las que participaron líderes como el expresidente Álvaro Uribe Vélez, Martha Lucía Ramírez, Óscar Iván Zuluaga, Iván Duque y Jaime Arrubla, lograron consolidar las propuestas en un documento.
Después de un mes de conversaciones, en las que también participaron representantes de la Iglesia, se precisaron las propuestas que se presentarán a la guerrilla de las Farc. “Se lograron avances significativos sobre la reforma rural integral para fortalecer el respeto a la propiedad privada”, adelantó el presidente Santos.
Otro tema en el que se lograron avances es en el “perfeccionamiento de la “Jurisdicción Especial para la Paz”, aspecto en el que, según el presidente, se tuvieron en cuenta las opiniones de la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado.
Voceros del Sí y del No lograron consolidar 500 propuestas en 57 ejes temáticos que serán analizados en el transcurso de esta semana con las Farc. Los temas ya están agrupados en un archivo titulado “Documento de Propuestas y Opciones”.
El presidente Santos insistió en “lograr el acuerdo en el menor tiempo posible”. El jefe de la delegación nacional, Humberto de La Calle, viajó en la tarde de ayer a La Habana. Se espera que hoy lo haga el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo. “Para abordar los 47 temas de manera rápida y eficaz, con atención y cuidado, he dado instrucciones para que el equipo negociador del Gobierno trabaje en modo cónclave, en grupos temáticos simultáneos, sin levantarse de la mesa hasta alcanzar un acuerdo”, dijo Santos.
El presidente lo admitió explícitamente: “Muchos temas son menos complejos de resolver. Otros, más difíciles. Todos serán objeto de discusión detallada con las Farc”.
Así las cosas, desde mañana se reactivará la mesa de negociación en La Habana, donde se analizará cada una de las propuestas entregadas por el No.
Lo que pase esta semana en La Habana marcará el rumbo de la renegociación y aclararía dudas frente a los tiempos calculados por las partes para la renegociación. En el peor escenario, las Farc podrían no aceptar cambios sustanciales y el Gobierno tendrá que decidir cómo legitimar el acuerdo, si tampoco logra concertar con los líderes de la oposición.
En su último comunicado conjunto los voceros del No expresaron que ahora el “balón estaba en el campo” de las Farc, pero según Guillermo Mendoza Diago, exfiscal general, esto no es del todo cierto porque se trata de una negociación entre dos partes. Recordó que el Presidente está constitucionalmente facultado para lograr la paz, por lo cual bien podría acoger las propuestas razonables y descartar las desproporcionadas e inaceptables.
Por su parte Clara Rocío Rodríguez, docente del Departamento de Ciencia Política de la Nacional, expresó que hay un avance en la consolidación de las propuestas y que esto es positivo porque algunos temas se pueden integrar al nuevo acuerdo.
“Es cierto que el balón está en manos de las Farc, porque la negociación es con ellos, pero no creo que el que se opongan a unos temas pueda leerse como falta de voluntad de paz. Varios son centrales para su desmovilización o el corazón del acuerdo y no va a ser tan fácil que acepten”.
Mauricio Albeiro Montoya, analista y profesor universitario, reconoció que los representantes del Sí y el No han hecho un trabajo serio, pero existe una polarización muy grande por declaraciones de ambos lados, que en lugar de aportar enrarecen una posible renegociación.
“Los de No tiene que ser conscientes que no todas sus propuesta serán estudiadas o aceptadas, aunque algunas permitirán correcciones. No me parece sensato decir que el balón está en el campo de las Farc, porque es algo chantajista (...) no creo que el diálogo vaya a terminar y el presidente debe mirar qué propuestas son viables y cuáles no; esto es una negociación, no un sometimiento”.
Según Juan Carlos Escobar, del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, no toda la responsabilidad puede recaer en las Farc. “Eso es ponerles mucha carga, cuando se les dice que depende de ellos, porque también los voceros del No deben ser flexibles frente a los puntos álgidos o inamovibles: la elegibilidad y la justicia transicional”.
Rubén Darío Acevedo, docente de Ciencia Política de la Nacional, precisó que existe una posición confusa por parte del Gobierno, puntos de vista encontrados entre el presidente y los negociadores, que reflejan falta de unidad para forjar un acuerdo nacional en materia de paz.
“Las Farc han dado a entender que no aceptarán cambios de fondo en aspectos cruciales de elegibilidad y justicia. Pueden tener dificultades para declarar rotas las negociaciones por la inmovilidad en la que se encuentran hace rato, que genera apatía para combate, pereza, indisciplina, e incluso fractura interna. Si no aceptan esta renegociación se va a largar más allá del 31 de diciembre”.
Acevedo agregó que un gran problema de la negociación es que el presidente Santos le ha imprimido unos ritmos que, más que estar acordes a la situación política, están ajustados a sus intereses personales, pues quiere recibir el Nobel en Oslo, el próximo mes, con un nuevo acuerdo firmado, “pero los tiempos no le van a dar”.
Para Escobar, lo que al principio también se planteó como imposible, que era renegociar, por el momento va siendo posible, aunque falta el aditamento necesario: lo que opinan las Farc de lo planteado por los líderes del No, pues como pasa en toda renegociación, uno planta con lo que ganó y nadie va a querer perder.
“Hay un ambiente favorable, pero también un poco peligroso dado lo vulnerable que puede ser el momento con las Farc en sus lugares de concentración, porque los diálogos se podrían romper. Solo ahora se verá cuánto se avanzó en la renegociación (...) No es solo el presidente el que tiene afán, sino mucha gente que se ha movilizado”.
El exfiscal Mendoza se mostró más optimista: “No creo que las dificultades surgidas frustren los diálogos, puesto que se ha avanzado mucho en ellos como nunca y pienso que se hará efectivo un acuerdo antes de finalizar el año”.
Según Montoya es necesario que la voluntad del pueblo sea consultada para la refrendación e implementación del Acuerdo: “los cabildos abiertos son la mejor posibilidad”.
Según Rodríguez, un nuevo plebiscito es un requisito para activar el procedimiento fast track, y aunque es de riesgo alto, el Gobierno acudiría a este si quedan temas que no logran negociarse. “Me parece compleja una constituyente así sea acotada. El Congreso como refrendación tiene la limitante de que obliga a la legislación ordinaria”.
Para Camilo Barrios, politólogo y docente, los acuerdos serán implementados porque “las fórmulas políticas y jurídicas pululan. Un Nobel y una aplanadora en el legislativo serán los mecanismos que habrán de posicionar el futuro acuerdo”.
El país está a la expectativa ahora del pronunciamiento que hagan esta semana los negociadores y las Farc desde Cuba. Del posible consenso que se logre dependerá que el acuerdo nacional de paz siga vigente o que el presidente busque otra salida.
Politólogo de la Universidad Nacional, Periodista de la Universidad de Antioquia y maestrando en Gobierno de la Universidad de Medellín. Tratar de entender e interpretar el poder, un reto.