El presidente Gustavo Petro anunció la semana pasada que comenzará la implementación de un modelo de salud preventivo que busca reforzar las capacidades existentes en las EPS bajo control estatal.
La Superintendencia Nacional de Salud ejecutará el plan, que involucrará a un 20 % de la población afiliada al sistema actual. Este modelo se aplicará en entidades prestadoras del servicio como Famisanar, Emssanar, Savia Salud, Asmet Salud y Nueva EPS, que actualmente están intervenidas por esa entidad.
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Ante esto, vale la pena exponer cómo funcionan este tipo de modelos de salud —con sus bondades y bemoles—, que se han implementado en países latinoamericanos como Costa Rica.
El experto en economía de salud de la Universidad del Rosario, Paúl Rodríguez, señaló que el enfoque implica una expansión de las brigadas extramurales y el uso de información para detectar casos de manera más ágil, así como mejorar el acceso de especialistas en zonas rurales.
El plan, según Rodríguez, aprovecha recursos ya disponibles, aunque persisten dudas sobre su financiamiento y su impacto en la atención de otras necesidades de salud.
Por su parte, Enrique Peñaloza, del Instituto de Salud Pública de la Pontificia Universidad Javeriana, detalló que el modelo prioriza acciones preventivas sobre las curativas, siguiendo un documento elaborado durante el mandato de Carolina Corcho en el Ministerio de Salud.
Esto implica intervenir en situaciones de riesgo antes de que las enfermedades se desarrollen completamente, tanto a nivel colectivo como individual.
Además, Peñaloza destacó la necesidad de llevar estas acciones más allá de los centros de salud, proponiendo equipos de profesionales que trabajen activamente en la comunidad, en espacios como escuelas y lugares de trabajo, para abordar, antes de que se manifiesten, las condiciones que podrían propiciar enfermedades.
Esto implica un modelo de salud así
La implementación del modelo preventivo en las EPS no debería alterar significativamente la vida de los ciudadanos, especialmente de aquellos que no se encuentran en los territorios donde se aplicarán estas medidas.
Para Rodríguez, a diferencia de lo que representa la reforma a la salud en discusión en el Senado, que podría transformar el acceso a los servicios de salud en todo el país, el modelo preventivo se enfoca en fortalecer capacidades existentes en áreas específicas.
Peñaloza resaltó las implicaciones financieras de este enfoque. Apuntó que las acciones preventivas, tanto colectivas como individuales, requieren financiamiento de diferentes fuentes.
Mientras las acciones colectivas se financian con recursos del Sistema General de Participaciones asignados a las entidades territoriales, las acciones individuales se incluyen en los recursos de la Unidad de Pago por Capitación (UPC) manejados por las EPS.
Esa divergencia en las fuentes de financiamiento representa un desafío en la articulación de recursos, ya que las normativas actuales limitan la transferencia de fondos entre estas dos categorías.
Tal reto implica la necesidad de acuerdos y mecanismos de integración más efectivos para asegurar la correcta asignación de recursos en los territorios y evitar posibles irregularidades financieras.
¿Cuáles son los desafíos de este sistema?
En primer lugar, es necesario inyectar recursos directamente desde el Estado para financiar la expansión de centros de salud y brigadas en todo el país.
Paul Rodríguez hizo énfasis en que el actual financiamiento a través de la UPC resulta insuficiente para cubrir todas las actividades requeridas, lo que plantea la preocupación de no desfinanciar otras áreas de la salud.
Es clave que la inversión se haga sin desfinanciar otras áreas de la atención médica. Además, existe una grave escasez de profesionales de la salud, incluyendo médicos, personal de enfermería y especialistas, lo que dificulta la implementación rápida de cualquier plan, incluso con recursos financieros y respaldo gubernamental.
Por otra parte, Peñaloza contextualizó esos lances dentro de la larga historia de enfoques preventivos en salud.
“Estamos hablando de cuidado primario desde hace muchísimos años. Hay un hito en la historia que se llama Alma-Ata en el año 78, donde se definió que los sistemas de salud deberían responder a modelos mucho más preventivos, predictivos, a través de la acción de la atención primaria en salud”, afirmó Peñaloza.
Además, mencionó modelos anteriores, como el MIAS y el MAITE, propuestos en gobiernos anteriores, que también buscaban acciones preventivas más que curativas en ámbitos territoriales.
Estos obstáculos han sido persistentes y existe la necesidad de abordarlos de manera integral para lograr avances significativos en salud pública.
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