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En Colombia –así como acaba de pasar hace solo una semana en España antes de su aprobación– la discusión respecto a la legalización y regularización de la muerte asistida, a través de la eutanasia, es un debate que trasciende aspectos legales y toca temas relacionados con la moral.
Lo más reciente en esta materia en el país ocurrió a principios de este mes. El 3 de diciembre pasado, el Ministerio de Salud presentó el proyecto de ley estatutaria para regular la eutanasia, siguiendo lo ordenado por la sentencia T-544 de 2017 de la Corte Constitucional.
“El proyecto de ley busca establecer los parámetros, criterios y requisitos para el ejercicio del derecho a morir con dignidad, a través de la eutanasia de adolescentes y mayores de edad que, con diagnóstico de enfermedad terminal y sufrimiento secundario a esta, manifiesten su voluntad de adelantar el momento de muerte”, dijo en ese momento Ricardo Luque Núñez, médico experto en Bioética del Ministerio de Salud.
No obstante, el debate no se agota con la posible aprobación del marco legal de la eutanasia en el Congreso, donde la discusión comenzará en marzo próximo, cuando se retome el periodo legislativo.
El padre Juan Carlos Liévano, director del Departamento de Familia y Vida del Episcopado de Colombia, es enfático en decir que la Iglesia rechaza la eutanasia al considerarla que va en contra del orden natural de la vida y la muerte.
“La eutanasia se quiere imponer como una muerte digna” –dice Liévano en diálogo con EL COLOMBIANO–, “pero acabar con la vida no es digno”. Explica que la Iglesia Católica aboga por respetar el “proceso natural” que es la muerte, garantizándole a la persona que tiene una enfermedad terminal los cuidados paliativos, así como el acompañamiento psicológico.
“La dignidad de la muerte es que pueda tenerla como un proceso natural y con acompañamiento psicológico, espiritual, afectivo, y en el que se le pueda dar sentido, tanto a la vida como a la muerte”, dijo.
Y añade que la Iglesia Católica tampoco tiene la pretensión de “prolongar la vida innecesariamente con medios extraordinarios. Lo que la Iglesia no acepta es que usemos elementos para acabar con la vida de forma no natural”.
En la misma línea del padre Liévano, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó, a finales de septiembre, la carta Samaritanus Bonus (Buen Samaritano), en la que ratificó la postura del catolicismo frente a la aprobación de la eutanasia en países europeos como Holanda o Bélgica (ver Para saber más).
“Son gravemente injustas las leyes que legalizan la eutanasia o aquellas que justifican el suicidio y la ayuda al mismo, por el falso derecho de elegir una muerte definida inapropiadamente digna solo porque ha sido elegida. Tales leyes golpean el fundamento del orden jurídico: el derecho a la vida, que sostiene todo otro derecho, incluido el ejercicio de la libertad humana”, se señala en la misiva.
Lo cierto es que la resistencia de algunos sectores, como la Iglesia, a que se regule la eutanasia en Colombia, no ha impedido que existan propuestas para regularla.
Como ya se dijo, el Ministerio de Salud radicó el proyecto que pavimenta el camino hacia su acceso. El argumento, según el médico Luque, es que “no se trata de eliminar a los improductivos, sino de hacer que cese el dolor del que padece sin ninguna esperanza que termine su sufrimiento”.
Para ello, plantea tres diagnósticos obligatorios: la condición de enfermedad terminal, el sufrimiento secundario a dicha enfermedad y la capacidad para expresar la solicitud y competencia para tomar la decisión y avalarla.
Sobre cómo se aprobarían los procedimientos, el proyecto mantiene –como ya está regulado– que los comités encargados de revisar las solicitudes los conformen un médico especialista de la patología diferente al tratante, un abogado y un psiquiatra o un psicólogo clínico.
Y se aclara que el derecho a morir con dignidad “es la forma de garantizar a la persona la toma de decisiones sobre cuidado y atención integral del proceso de su muerte, incluyendo la posibilidad de elegir la forma a través de la cual se vive el momento de muerte, sea recibiendo cuidado paliativo, a través de la adecuación del esfuerzo terapéutico o por medio de la eutanasia”.
Adicional a esto, en septiembre pasado fue presentado otro proyecto de ley que busca regular dicha práctica médica, del que es ponente el senador Armando Benedetti. Su fin es reglamentar “las solicitudes de los pacientes sobre la terminación de su vida en condiciones dignas y humanas; los procedimientos necesarios para tal fin, así como establecer los mecanismos que permitan controlar y evaluar la correcta realización de la eutanasia”.
Ese proyecto recuerda las palabras del exmagistrado de la Corte Constitucional Carlos Gaviria, en la sentencia C-239 de 1997, en la que dijo que “el derecho fundamental a vivir en forma digna implica el derecho a morir dignamente, pues condenar a una persona a prolongar por un tiempo escaso su existencia, cuando no lo desea y padece profundas aflicciones, equivale no solo un trato cruel e inhumano, sino a una anulación de su dignidad y de su autonomía como sujeto moral”.
Este debate, que plantean los consultados por EL COLOMBIANO, es un reflejo de lo que se vivirá en el Congreso cuando comience la discusión del proyecto del Gobierno de Iván Duque
Periodista de la UPB y especialista en Creación Narrativa de la Universidad Central (Bogotá). Escribo.