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Crónicas relatan la nueva expedición botánica

La colección Savia presenta su tomo cuatro, dedicado a la región del Oriente del país. Los vegetales son los protagonistas.

  • Paisaje de Santander en el Cañón del Chicamocha. El escenario de esta imagen está en la vereda La Mojarra, del municipio de Los Santos. FOTO Esteban Vanegas.
    Paisaje de Santander en el Cañón del Chicamocha. El escenario de esta imagen está en la vereda La Mojarra, del municipio de Los Santos. FOTO Esteban Vanegas.
19 de julio de 2016
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No faltará quien llame trabajo a la labor que están haciendo Ana María Cano y Héctor Rincón, acompañados de más de 30 periodistas, recorriendo el país, metiéndose en sus cañadas y subiendo a sus páramos, para buscar historias y fotografías, con las cuales hacer libros de botánica, cuando eso no puede llamarse sino placer.

Son los libros de la colección Savia, publicados por el grupo Argos, con la descripción del paisaje botánico colombiano dividido por regiones, de los cuales ya han editado cuatro. El último de estos, Oriente, lo entregaron al público la semana pasada

“Por supuesto que es un placer participar en este proyecto —dice Ana María—. Tener la posibilidad de mostrarle a la gente común, que no tiene tantas oportunidades de viajar y conocer el país, la riqueza vegetal”.

Y efectivamente, eso, un viaje, un recorrido por pueblos, selvas, parques naturales y campos cultivados es esta publicación.

En este tomo destinado a Oriente, además de los Llanos, también comprende los Santanderes. De tal manera que el viaje “un viaje en libertad”, como dice la directora, va del río Magdalena al límite con Venezuela. Incluye el Parque de los Estoraques, el Cañón del Chicamocha, el Catatumbo, Bucaramanga, Cúcuta, los Pantanos de Arauca, la Sierra nevada del Cucuy y hasta un pedazo de Boyacá representado en Tipacoque.

De cada paraje que visitaron los periodistas presentan las plantas emblemáticas, las que no pueden faltar porque son muy frecuentes, son endémicas o hacen parte de la cultura de los pueblos.

“Termina siendo un inventario de flora, aunque no exhaustivo”.

Endémicas, cuidadoras de agua, como los frailejones de las cimas paramunas; árboles majestuosos como el caracolí, la ceiba y el higuerón; culturales como el tabaco, la cebolla ocañera, la papa criolla, la cañabrava...

Y en los cuentos de naturaleza y cultura están los cultivos de fique, muchos en Onzaga, que tiñen con colorantes naturales y convierten en tapices que llaman kundú; o cuentan de los cedros que se vuelven guitarras en Chiquinquirá.

Periodistas son puentes

Con gran cuidado por la calidad literaria, los periodistas redactores de tales textos intentaron, según Ana María, que los conocimientos, emitidos por investigadores o por nativos de las diversas zonas, se convirtieran en mensajes entendibles para los lectores.

Los relatos, crónicas donde los protagonistas son los vegetales, están llenos de detalles, producto de la visita a las zonas. A ellas llegaron acompañados de guías, personas habitantes que no solo saben de caminos, sino que son inquietos por los temas de su tierra.

“Estos guías son personas que trabajan en silencio por la sostenibilidad de la flora y la fauna de esos lugares. Asumen su compromiso con el medio ambiente corriendo riesgos”, cuenta la periodista.

Y menciona entre ellos a Hernando Blanco, quien ha vivido en la Sierra Nevada del Cucuy, la ama y cuida, y no saldría de allí por nada del mundo. Él los acompañó a la presentación de Savia en Medellín.

Un apartado importante en estos volúmenes es el de los perfiles de investigadores que, en el pasado, sembraron semillas de interés por la botánica. En el Oriente están Thomas van der Hammen, de cuyos estudios salió la idea de la creación de los Parques Naturales; el sabio Juan Eloy Valenzuela, quien conoció a José Celestino Mutis y llegó a ser subdirector de la Expedición Botánica, y el sabio Jorge Ignacio Hernández.

“También fue un placer indagar sobre personajes que generaron interés por la botánica. Contar cuál fue el país que recorrieron. Dejaron honda huella para otros que quieren recorrerlo”.

1400
bibliotecas reciben los libros de Savia. También jardines botánicos, centros de investigación y educativos.
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