El escándalo y dilema del banano pegado con una cinta a una pared surge porque fue vendido como una obra de arte en la feria Art Basel 2019, en Miami Beach, por 120.000 dólares, 405 millones de pesos colombianos (en realidad se vendieron dos), creado por el polémico artista italiano Maurizio Cattelan.
En medios de comunicación y redes sociales hubo conmoción, comentarios y burlas. Se compartieron memes, fotos y videos de gente usando la cinta adhesiva para poner frutas u objetos para campañas. Un usuario de Twitter pegó un ratón de un ordenador a la pared, otro unió su oreja a un retrato de Van Gogh y una empresa aprovechó la coyuntura para hacer la publicidad de una torta de crema y señaló que “el arte nunca había sabido mejor”.
¿Qué significa este fenómeno de arte que puso a hablar al mundo de un banano?
Controversia
La polémica pieza del italiano ha puesto a pensar a más de uno si tiene valor o si simplemente es una tomadura de pelo. El curador y director del Museo Universitario de la Universidad de Antioquia, Óscar Roldán-Alzate, vio el banano durante la feria en la galería francesa Perrotin, representante del artista.
Explica que fue avalada por cuatro eslabones: la plataforma (Art Basel), la galería, el artista y el público. “Hay una definición tautológica que indica que arte es todo lo que hacen los artistas y artistas son los que hacen arte”, comenta.
Carlos Uribe, artista plástico y curador jefe del Museo de Antioquia, indica que a este tipo de “creaciones” se les conoce como ready made (arte encontrado). Se trata de objetos cotidianos que el creador saca de su contexto y los presentan como producciones, como lo hizo Marcel Duchamp cuando mostró en 1917 un orinal (La Fuente) con la firma R.Mutt 1917. “Esa pieza generó polémica y cambió el transcurso del arte como lo conocemos hoy”, señala Uribe.
En adelante muchos autores hicieron lo mismo. Entre los casos conocidos está el del británico Damien Hirst, uno de los más ricos del mundo, que puso a un tiburón tigre de 4,5 metros en un tanque de 23 toneladas con formol La caja con el animal se llamó La imposibilidad física de la muerte en la mente del vivo y fue vendida en 2004 por $12 millones de dólares. Por difícil que parezca, hoy Hirst sigue siendo uno de los más cotizados en subastas.
Uribe recuerda a otros artistas hicieron lo mismo, como el también italiano Piero Manzoni, que en 1961 hizo una crítica al mercado del arte con su obra Mierda de artista, una serie de 90 latas numeradas y firmadas que contenían literalmente excrementos de artista. Fue una crítica que quiso hacer Manzoni al mercado y a lo que parece absurdo a primera vista, que con solo la firma de su creador cualquier objeto tenga un incremento irracional en su cotización.
¿Y si se pudre el banano?
La explicación la da Roldán-Alzate. Para él es importante separar arte y mercado, dos mundos distintos que se confunden al vender cualquier pieza creativa. “Uno es el mar y el otro el cielo, no tiene que ver una cosa con la otra. Una feria, por ejemplo, se parece más a un mercado de bovinos o automóviles que a otra cosa. La particularidad del arte es que además de mercancía es una manifestación simbólica que puede ser susceptible de entrar o no al mercado”.
Una obra, como la fruta, se vuelve mercancía porque hay especulación en el mercado. “En la calle un banano cuesta menos de un dólar y algo similar se pagaría por un pedazo de cinta. A eso se le suma el valor por el tiempo que tard-ó el artista en hacer la propuesta. Lo que hace que estas valgan mucho más es la especulación o plusvalía”, comenta el curador Óscar Roldán-Alzate.
Carlos Uribe, también artista plástico, defiende estos “riesgos” en el arte. ¿Qué pasaría con el valor del banano una vez se pudra?, se pregunta. Lo que le da validez, según él, es el certificado de autenticidad en el que se indica quién es el propietario de la obra. Así, el propietario puede conseguir un banano nuevo cada que lo quiera reemplazar o, incluso, si lo quiere revender más adelante.
Provocación
El galerista y coleccionista Alberto Hugo Restrepo también estuvo en los pasillos de Basel. Era tanta la cantidad de personas tomando fotos y grabando que parecía una performance. Cree que el banano no es arte y deja en entredicho si realmente se vendió o si fue el mismo artista el que hizo la compra.
Lo que sí está seguro es que logró impactar y llamar la atención de los medios para disparar el precio de su obra. “Detrás de todo creo que hay un axioma de la publicidad que dice que lo importante es el resultado, que hablen de uno, bien o mal, pero que hablen”, dice.
Por su parte, Óscar Roldán lo menciona en algún momento como un “gesto de provocación”.
Publicidad, burla, crítica o farsa, su obra fue ampliamente conocida en estas dos semanas. La conmoción fue mayor luego de que otro artista, David Datuna, durante la feria, despegó la fruta de la pared, la peló y se la comió ante la mirada perpleja de los espectadores que querían una selfie. Justificó el acto como una representación performática ni sintió pena en absoluto porque no era una fruta si no un concepto. “simplemente me comí el concepto del artista. Así que creo que esto es genial, es divertido, de eso se trata el arte”, dijo en una rueda de prensa al otro día..