Arreglar un trombón, una guitarra, un violín, el arte milenario de la lutería, se goza en la Débora Arango de Envigado, en el VII Seminario Internacional de Luthería.
Con maestros de varios países del mundo, los salones de ese recinto se llenan de diversos acentos, porque los estudiantes son de diversas partes de Colombia y de América.
Un peruano, John Kevin Anton Reyes, hijo de tigre, es decir, hijo de lutier, repara un trombón. Agarra el mazo especial del oficio, y da golpecitos a la vara para quitar unas imperfecciones que apenas se ven. Más bien se palpan. Cuenta que su padre lleva más de 20 años en el oficio y él, cinco. Tienen un taller en Lima. Vinieron los dos a perfeccionar sus técnicas.
El maestro Jorge Cerda, un chileno que también ha sido trombonista por más de treinta años en la Orquesta Sinfónica de Santiago, resalta la calidad del trabajo del peruano. Cerda dice que lo ideal es que quienes reparan los instrumentos musicales sean también músicos. Asuntos de sonido, a veces resultan imperceptibles para quien no lo sea, aunque son grados muy altos de perfección.
La sede de la Biblioteca Pública y Parque Cultural Débora Arango se ha convertido en un quirófano de instrumentos musicales. Tubas que van ensamblando parte a parte, trompetas sin llaves, guitarras sin cuerdas o con el diapasón roto... Y cada uno recibe atención.
Organizado por la Asociación Latinoamericana de Lutería, con sede en Perú, presidida por Eduardo Mognaschi Cochella, y la Red de Escuelas de Música de Envigado, este seminario tiene como fin unir e impulsar al gremio de la lutería en la región.
En la inauguración del encuentro, la Asociación brindó un reconocimiento a Julia Salvi, presidente de la Fundación Salvi, por su labor en el fomento de la lutería en Colombia. Próximamente, también será homenajeado el lutier colombiano Agustín Chunza.
El certamen, que llegó a su séptima edición, se realiza cada año en un lugar diferente.