El pitazo inicial del arte y las letras de Rusia y Arabia Saudita sonó hace siglos. Aunque lejano, el país anfitrión de la Copa Mundo de Fútbol resulta un poco más familiar para nosotros que su rival, del que solo nos llegan historias no muy enfocadas sobre su modo de vida en la religión islámica, sus alfombras y su economía alrededor del petróleo.
Si entramos muy hondo en el tiempo, los territorios eran distintos a los de hoy y se estaban juntando pueblos que darían origen a unos y otros.
Si el juego lo hacemos desde las letras, la literatura rusa se dio desde la adopción del alfabeto cirílico y la entrada del cristianismo en lo que hoy es la Federación Rusa. Y eso sucedió hace más de diez siglos.
El Imperio Ruso, entre los siglos XVII y XX, dejó riqueza folclórica, especialmente en música y cuentos. A. N. Afanásiev compiló muchos de estos en Cuentos populares rusos (Ed. Anaya). Uno de ellos, titulado Los reinos de cobre, de plata y de oro, comienza así:
Allá en tiempos remotos, cuando este mundo de Dios estaba lleno de silvanos, brujas y ondinas, cuando los ríos eran de leche y las orillas de dulce, cuando revoloteaban por los campos las perdices asadas, vivía un soberano llamado Zar-Guisante con su esposa la zarina Anastasia la Bella (...).
En cuanto al país que escribe de derecha a izquierda, Arabia, el poeta Fernando Rendón, director del Festival Internacional de Poesía de Medellín, institución que ha traído a tres representantes de sus letras, considera que, entre nosotros, poco se conoce de su literatura.
“En general, las letras de esa región del mundo —sostiene— se caracterizan por expresiones de misticismo, un misticismo que a veces es pagano y de rebelión social”.
Recuerda que posee una tradición muy antigua y que hubo épocas en las que escribían poesía en láminas de oro y con ella adornaban paredes y columnas de los palacios.
“La poesía saudita tiene un ropaje de espiritualidad. Brinda comunión con la divinidad y unidad con el espíritu humano”, añade Fernando.