Esta italiana no dibuja ni crea historias en forma de cómic, tampoco imprime los ejemplares, pero tiene muy claro cómo hacer para que un cómic salga de la cabeza de su creador y encuentre rutas para salir de su país de origen y aterrice en otras fronteras.
Las primeras experiencias de Alessandra Sternfeld en la industria editorial europea fueron en Italia e Inglaterra. En 2013, aún siendo muy joven, se fue a Nueva York para tomarse un sabático porque se quedó sin trabajo durante una de las peores crisis de desempleo que atravesó su país.
Decidió tomarse un tiempo para pensar mejor qué quería hacer. Empezó a vender derechos de libros por su cuenta, una labor que había aprendido a desarrollar en sus anteriores trabajos. Aún siendo muy joven y trabajando de la mano de alguno de sus amigos, que eran historietistas, descubrió que en ese amplio negocio de los libros había un espacio que no muchos habían aprovechado: el del cómic, que cogía mucha fuerza en Milán.
“Me di cuenta de que el mercado de los derechos de autor en el cómic no estaba estructurado como el de los libros normales. Mientras el mercado de los libros normales decrecía, el de los cómics se hacía más grande”.
Fue entrando en ese mundo de a pocos, guiada más por el instinto que por cualquier otra cosa. Se multiplicaban los cómics, pero los autores no sabían cómo negociarlos. “Había muchísimo que hacer, pero la gente no sabía cómo hacerlo”. Ella tampoco sabía, no es abogada, pero fue aprendiendo en la marcha.
¿Cómo es que se hace?
Fundó AM Book en 2014, una agencia literaria que nació con la idea de representar caricaturistas y artistas del cómic para así negociar opciones de publicación en otros países y también de traducción a otros idiomas.
Además, Sternfeld ha logrado abrirse camino en las negociaciones con productoras que lleven a la adaptación de esas creaciones a la animación cinematográfica.
Entrando de fondo en su labor, la agente literaria explica que cuando le llega un título publicado en español, por ejemplo, y a ella le interesa, lo envía a editores conocidos en varios países para ver si les llama la atención publicarlo en otro país. Lo mismo si consideran que el cómic tiene posibilidad en el cine.
Hay lugares como Brasil, Finlandia y Dinamarca que cuentan con becas para apoyar la traducción de las obras de sus autores nacionales. Ella conoce portafolios de los países, pues tener apoyo en el financiamiento de la traducción puede ser una pieza clave a la hora de negociar con un editor extranjero. Ella se encarga de mirar ese tipo de detalles.
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