Drama en gentes. Así definió el poeta nacional portugués, Fernando Pessoa, no una de sus obras, sino su relación con la existencia. Y eso es lo que ahora propone el Teatro Tierra.
Juan Carlos Moyano, el director de ese grupo bogotano, después de darme un remedio para la migraña consistente en la inhalación de humo de fique, habla con alegría de este nuevo montaje, porque como suele suceder con quien escribe, pinta o pone en escena, está convencido de que esta, la última, que todavía tiene entre manos, es la mejor que ha hecho.
Se metió con ese drama complejo del autor portugués, movido, por supuesto, por la fascinación que produce su personalidad plural que se manifestó en su trabajo creativo como una especie de esquizofrenia literaria, con varias personas y escritores diversos habitando su único cuerpo —de ahí lo de gentes: Pessoa no era una persona sino muchas—. Y también alentado por encontrar en el escritor de Lisboa un personaje dramático. Una vida teatral. Los cinco entierros de Pessoa. Este es el título del montaje.
Preparación
Moyano recuerda que Pessoa, en portugués, quiere decir persona, y en latín, máscara. Para darle más dramatismo al tema.
“Además de una lectura acuciosa y disciplinada de la obra de Fernando Pessoa —cuenta Moyano—, también hicimos tres viajes a Portugal y estuvimos viviendo allí unos meses. Recorrimos las calles que caminaba Pessoa; los espacios donde dio forma a su mundo fabuloso”.
Esa personalidad plural estuvo integrada por varios heterónimos, es decir, varios autores con nombres, intereses temáticos y estilos diferentes, como corresponde a seres diferenciables. Algunos de ellos fueron: Álvaro de Campos, Alberto Caeiro, Fernando Pessoa, Ricardo Reich y Bernardo Soarez...
Aunque Bernardo era un paria, señala Moyano, Pessoa no lo consideraba un heterónimo en el pleno sentido de la palabra, a pesar de que llevaba un diario riguroso y de que es quien escribe el Libro del desasosiego, donde hay muchos aspectos de la vida de Pessoa.
¿Quién es Pessoa?
Pessoa era nadie, nunca pudo ser alguien y no quiso serlo; aparte de eso tuvo en él todos los sueños del mundo, como evoca el director de teatro el poema Tabaquería. Mediante el ocultismo, explica, él encontraba un camino de iniciación al conocimiento perenne. En el esoterismo gnóstico, la kabbalah judía, el rosacrucismo, el sebastianismo, este último muy portugués.
“Del mismo modo en que Pessoa es un ser múltiple, Portugal y Lisboa también han sido espacios múltiples y diversos. Hay influencia catalana, mora, africana, fenicia... La identidad de ese país es de navegantes que integraron el mundo. Una de sus figuras es Vasco da Gama, primero en llegar a China”.
En el tiempo de preparación, en Lisboa, Juan Carlos Moyano tuvo la fortuna de encontrar la compañía de teatro Lendias d’ encantar. Lendias, en español, quiere decir leyendas y también liendras, que ayudaron a conseguir este experimento, nada simple, de representar a un ser complejo.
De modo que el Teatro Tierra le interesó más Pessoa como un ser dramático, que como un ser dramaturgo.
“Por supuesto —observa Moyano—. La obra dramática de Pessoa no es consistente. Para mí, O marinheiro, por ejemplo, es un poema dramático. Lo mismo ocurre con toda su obra”.