<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

La Sinfónica de los Andes, el sonido de las víctimas

Este jueves se estrena La Sinfónica de Los Andes, el más reciente documental de Marta Rodríguez.

  • La Sinfónica de los Ándes se grabó en el norte del Cauca, una de las regiones más afectadas por el conflicto armado. FOTO cortesía
    La Sinfónica de los Ándes se grabó en el norte del Cauca, una de las regiones más afectadas por el conflicto armado. FOTO cortesía
20 de febrero de 2020
bookmark

El “amor eficaz”, un comportamiento ético-político en las decisiones de vida, lo aprendió del sacerdote Camilo Torres y fue lo que la impulsó a hacer documentales sobre los desfavorecidos, parias, víctimas, indígenas, afrodescendientes y campesinos del país.

La región del norte del Cauca ha sido golpeada por el conflicto armado en Colombia desde 1940. En el municipio de Caloto, la documentalista y antropóloga Marta Rodríguez encontró una orquesta de música ancestral de jóvenes de la etnia Nasa, una de las comunidades más aporreadas por la guerra.

Sus instrumentos le hacen un homenaje a Maryi Vanessa Coicue, Sebastian Ul e Ingrid Guejia, tres niños indígenas que murieron por enfrentamientos entre guerrillas, grupos armados, narcotraficantes y fuerza pública. Así es La Sinfónica de los Andes, su más reciente producción documental, codirigida con Fernando Restrepo, con quien trabaja hace más de 20 años.

Marta sigue escribiendo guiones, editando y haciendo documentales de archivo, entre ellos uno sobre su mentor, el cura Camilo. También está haciendo otro sobre indígenas asesinados de la Sierra Nevada de Santa Marta. Tiene 87 años con los que sostiene que nunca ha perdido la esperanza.

¿Cómo surgió La sinfónica de los Andes?

“Me tomó cinco años. Lo grabamos en el norte del Cauca, la zona donde han estado todos los grupos guerrilleros, sobre todo del sexto frente, el Jacobo Arenas. Ellos tienen talleres hechizos donde producen armas como tatucos, minas y cilindros con los cuales han destruido varias veredas”.

¿Cómo halló la historia?

“Al principio encontré como 20 relatos. Luego elegí tres muy dolorosos, de niños que habían perdido la vida por armas antipersonales”.

¿Cómo fue esa filmación?

“Nos fuimos dos meses. Teníamos apoyo de los cabildos y un líder que nos decía dónde era peligroso ir porque era zona de conflicto. La gente me ayudó a cargar mi silla ruedas y tuvo la paciencia de cargarla. Con ese guía logramos salir sin contratiempos”.

¿Qué pasa con los niños en medio de esa guerra?

“En Caloto, Cauca, hay un músico de Pasto que creó una orquesta para que a los adolescentes de la región no los conquiste la guerrilla, no terminen en el juego de la droga ni abandonen el territorio. Es muy bello este conjunto porque hacen canciones a sus amiguitos que han perdido la vida”.

¿De cuándo viene su relación con el Cauca?

“Llegué en los 70 cuando hice Nuestra voz de tierra, memoria y futuro, cuando se creó el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Siempre he estado con los compañeros indígenas y he dejado una memoria del Cauca, a la que le he ocho documentales”.

¿Por qué sigue la violencia?

“Allá está la mejor marihuana, la coca se da casi espontáneamente y la amapola. Además es un lugar con salida al Pacífico, lo que facilita el comercio. Están llegando los carteles y algunos grupos que se desmovilizaron con el acuerdo han vuelto a coger las armas para comerciar con la pasta de coca. Se volvió, nuevamente, un hervidero de conflictos”.

Ha seguido estos conflictos regionales desde hace más de 50 años, ¿por qué cree que no ha parado la guerra?

“El conflicto por la tierra es la base de todo, luego el narcotráfico. Todos los días asesinan indígenas nasa. Hoy mataron dos, la semana pasada también, en lo que va del año ya van como 18 muertos”.

¿Cómo es Caloto?

“Es una región muy hermosa, con mucha vegetación y aves. Desgraciadamente hay demasiados conflictos y duelos. Sus habitantes no se han ido del territorio porque tratan de salir adelante como pueden”.

¿Qué la hace seguir filmando este tipo de trabajos?

“Empecé a hacer documentales por el sacerdote Camilo Torres, que me enseñó algo que ha sido guía de mi profesión, el “amor eficaz”. Esto es por los pobres, estar con los marginados, con los que asesinan, con el pueblo que padece la guerra; los acompaño no solo haciendo documentales sino estando con ellos”.

Después de tanto tiempo denunciando las injusticias y el conflicto, ¿cree que han cambiado las cosas?

“Ha sido una crónica muy dolorosa. Desde que recuerdo la barbarie en Colombia nunca ha parado. Ser un país que vive en paz y que no sintamos que eso se nos derrumba tomará años. Hay muchas envidias, muchos partidos que no quieren la paz; además la gente que dejó las armas se dio cuenta de que a veces la gente no le cumple, entonces volvió el círculo del horror. Y ahí estamos, dolorosamente ha vuelto el conflicto”. n

Te puede interesar

El empleo que busca está a un clic

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD