La ceremonia de entrega de los premios Grammy Latino dejó la noche del jueves varias sorpresas, entre ella que el género urbano, pese a copar la mayoría de nominaciones, no fue el gran vencedor de la jornada en Miami.
El mundo entero se convirtió en el escenario de los galardones con una gala que, al no poder reunir a los artistas por la pandemia, visitó ciudades de todo el planeta para celebrar el éxito de la música latina,.
Madrid, Buenos Aires, Río de Janeiro (Brasil), Guadalajara (México) y San Juan fueron, junto con Miami (EE.UU.), sede de una fiesta que hizo de las circunstancias una oportunidad: conectar a todos los rincones de la cultura latina para festejar en un año especialmente complejo para todos.
Bajo el lema “La música nos humaniza”, la Academia Latina de la Grabación demostró la riqueza de sus sonidos en la 21 edición de los premios: Actuaron desde iconos clásicos como José Luis Perales y Alejandro Fernández hasta talentos de vanguardia como Nathy Peluso.
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Parecía el año en el que el reguetón que arrasa en todo el mundo estaba llamado a triunfar en los prestigiosos galardones pero, a pesar de copar las nominaciones, finalmente pasó sin pena ni gloria a la hora de recoger premios.
Ninguna de las tres categorías estrella: Álbum del año, Canción del Año y Grabación del Año fueron para los “reguetoneros”.
Sin embargo, los sonidos urbanos sonaron y mucho en la ceremonia: Karol G, J Balvin, Bad Bunny y Anuel AA pusieron a bailar al público reunido, esta vez, en sus casas.
Después de las protestas por la falta de artistas urbanos en los anteriores Latin Grammy, los principales exponentes del género se reconciliaron con la gran fiesta de la música latina, que incluso estrenó una serie de galardones pensados para esta importante parte de la industria musical.
No es competir
El puertorriqueño Residente definió a la perfección el espíritu de los premios tras llevarse el título de la canción del año por “René”: Un tema de más de 7 minutos en el que habla de su salud mental, política y de negocios.
“El arte no se hizo para establecer récords, no estamos en las olimpiadas”, dijo el músico en su discurso de agradecimiento en el que pidió olvidarse de la obsesión por las redes sociales.
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Residente reivindicó la diferencia entre ser un “negociante” y un “artista” tras asegurar que “veía talento pero también miedo a no sonar en la radio” y pidió a sus compañeros que se olvidaran de los algoritmos de internet, de las listas y de todos los números que mueven a la industria musical.
Fue probablemente el único discurso memorable de la noche. El resto se limitó a agradecer su premio y pedir fuerza para afrontar una crisis sanitaria que ha apagado por completo la música en directo.