Quizá entre sus recuerdos guarde una imagen similar a esta: sentarse sobre una almohada, con una cobija alrededor de los hombros y una agua de panela caliente entre las manos, mientras se deja llevar por la voz del abuelo narrando una historia.
Los relatos hacen parte de las familias y de algunas de sus memorias. En un momento en el que el principal impedimento es no tener tiempo y los espacios se estrecharon, los libros que habían acumulado polvo en los estantes o los cuentos que rotan en la virtualidad son una buena solución para compartir con sus seres queridos.
Esa es una de las prioridades del Jardín Lectura Viva, uno de los componentes principales de la Feria Popular Días del Libro que desde el viernes y hasta este domingo se desarrolla desde la virtualidad, por primera vez en 14 ediciones. Uno de los énfasis de este espacio es el de no olvidar lo importantes que son las letras, y lo refuerza con actividades desde la distancia. Hasta el momento ha habido talleres de escritura, lectura de cuentos en voz alta y hasta una actividad para entender cómo se pueden crear instrumentos caseros y cómo la música se enlaza con la literatura en la primera infancia.
La promotora de lectura de la Biblioteca Pública Piloto, Ana Carolina Montoya, cuenta que para ella la lectura “en la casa, como en la biblioteca, se puede volver una experiencia” y por eso hay que darle un espacio en estas semanas de cuarentena y seguir luego.
“En este momento de encierro en el que la rutina se hace compleja es fundamental enseñar la conversación y las palabras: unas respetuosas que tengan historia”, cuenta Yamili Ocampo, directora de la Fundación Ratón de Biblioteca, entidad que trabaja desde cuatro comunas para promover la lectura infantil.
Múltiples herramientas
El impacto en los niños con estas actividades puede ser más alto de lo que se imagina. “Es a través de los cuentos y el arte hay otras formas de relacionarnos y conocer el mundo”, añade Ocampo.
Dice, además, que esos espacios en casa ayudan a que los niños tengan más herramientas para expresarse. “Cuando hay falta de palabras no pueden nombrar lo que les sucede, hay falta de criticidad”, y eso no solo sirve para mostrar su opinión sobre un asunto, cuenta ella, también para decir qué no les gusta o incluso si alguien les hace daño.
Exploración más profunda
A la librera Mariana Obregón, de 9 3/4 Bookstore, le parece que esta es una época clave para aprovechar los espacios de lectura compartida, pero que sea no obligada. Es decir, no sacarlos de otra actividad, de un juego o de su programa de televisión favorito, solo por cumplir el deber de leer.
Mostrarlo como una oportunidad de estar juntos y compartir una actividad especial entre quienes se sumen. “Si bien un niño puede hacer una exploración deliciosa de ese libro, de la mano de los padres, los abuelos o los tíos, que juegan un lugar protagónico en su vida, enriquece más sus posibilidades de explorarlo”, anota Ana Carolina.
Esos adultos acompañantes le permitirán darle otras miradas y conversar. “Los impactos que genera, lo chistoso que les parece y hasta llegar a ese juego tan clásico de cambiarle el final”. Hacerles preguntas, ¿Cómo lo terminarías? ¿Qué otro personaje tendrías?
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Cuando se lee en familia se abre un espacio “especial”, dice Obregón, en el que “va quedar una huella en ese niño que está creciendo”. Dice que este momento compartido, así sea corto, “es una manera de formarlo humanamente y como lector”. Los más pequeños aprenden por repetición y copian modelos que ven y que probablemente “repetirán cuando aprendan a leer”.
Añade además que gracias a la ilustración pueden ir apreciando el arte y con eso “aprenden a leer por placer, porque es una actividad placentera que los papás o la abuela están brindando”.
Puede ser un buen momento para instaurar una nueva tradición familiar a través de las letras. Algunos consejos para empezar.
Consejos para leer en casa con los niños
1. Escoja un espacio cómodo para leer con los niños o adecúelo para ese propósito. Puede destinar un lugar que funcione como el rincón de la lectura, “ese mágico para contar historias, juntarse en familia y conversar”, cuenta Ocampo.
2. Si quizá no tiene libros a la mano puede narrar historias familiares: los momentos en el que el niño nació, historias de su infancia, sacar fotografías y narrar al pequeño cómo fue ese momento. Ese tipo de ejercicios hacen parte del proceso de narración oral en familia.
3. Seleccionar una lectura ideal. “Pensar en todos los gustos de los miembros de la familia, en los intereses”, dice Mariana Obregón, promotora de lectura de la librería 9 3/4. Si al niño le gustan los aviones o los animales, buscar un libro en el que se vean reflejados esos intereses. Eso sí, recomienda que los adultos lo lean primero para ver si es apto y si van a llamar su atención, pues no todos los libros funcionan para todos los chicos.
4. Escoger lecturas que no lo expliquen todo o que no le den todo masticado: “Historias que dejen huecos y que el niño pueda continuar rellenando en su cabeza”, apunta Obregón. Eso permitirá, además, charlar sobre el asunto para entender mejor el relato compartido.
5. Escoja un tiempo determinado en el día (que no interrumpa clases virtuales o tiempo de trabajo en casa) destinado solo para la lectura.
6. Que el adulto lea la historia con expresividad y con un tono que sea agradable para el niño. Puede ir midiendo qué tan rápido o tan lento funciona para ese niño y para el texto que se está contando. Eso sí, advierte Obregón: “no ponerse a leer en forma infantil o de manera demasiado dramática porque eso los puede aburrir”.
7. Aproveche las plataformas virtuales y conéctese a las horas del cuento de la Biblioteca Pública Piloto, por ejemplo. Entre a descubrir una de las recomendaciones lectoras de estas entidades en las redes sociales y compártalas con los más pequeños. (@BPPiloto)