viernes
8 y 2
8 y 2
Por Antho Pulgarin
«No les enseñaban a nadar. A pesar de vivir en la ría. El agua estaba muy fría porque era noviembre. El agua estaba negra. Los peces arañaban calor de la superficie. Cuando el niño se cansó de mover los brazos y se hundió, ya nadie pudo ver más. (...) Una pescadora, acercándose a la ría, gritó que nadie se tirara. Ya que nadie se tire o serán dos los cuerpos. Y nadie se tiró».
Así da forma Moreno a la historia de Ruth, Adriana y Adirane. Abuela, madre e hija. Tres mujeres que crecieron con sus propias problemáticas en un mundo que también cambia, que nunca está igual y mientras que la primera, Ruth, creció en la generación que se vio sumergida en la guerra civil española, Adriana su hija, lo hizo en “Los años de plomo” Periodo entre 1978 y 1980 donde el grupo terrorista ETA cometió el 29 % de los asesinatos de su historia. y la nieta Adirane vuelve al pueblo evitando su relación sentimental, huyendo de sí misma, algo que es casi imposible.
¿Aroa cuánto cuesta asumir la maternidad?
“Me ha costado aceptar la madre que yo soy, depronto he tenido un hijo y quería ser muy constante y perfecta y no puedo, no soy esa persona. Lo que recuerdo de la FILBo 2018 cuando vine con “La hija del comunista” (Caballo de troya, 2017) es que fue la primera vez que puse el Atlántico entre mi hijo y yo, y me vine con mucha culpa. Llegué al hotel, me puse a leer y no sé cuántos libros leí, no quería ni dormir para seguir leyendo. Salí de la burbuja de la maternidad. Me dije ‘esto también me gusta mucho y no voy a renunciar a ello’, desde entonces he tenido que viajar varias veces y mi hijo se ha acostumbrado y no le pasa nada, no soy una madre ausente, o sea yo no puedo desatender este que es mi trabajo y mi pasión que tiene que ver con la escritura y los libros”.
¿Y los momentos de escritura en medio de todas la tareas de ser mamá?
“Antes me costaba mucho encontrar ese espacio para escribir, tenía que tener un buen estado de ánimo, tenía que estar todo bien, la mesa despejada, bueno y una serie de cosas que al final lo que hace es dilatar el momento de ponerse en frente de la página en blanco y ponerte a escribir. Desde que tuve a mi hijo lo que hago es escribir en todos los momentos que puedo. Ya no me vale decir ‘venga, es que ya no estoy inspirada’, ya me toca ponerme aunque luego lo tire pero, tengo que ponerme. La bajamar fue una novela que escribí entre las cinco y ocho de la mañana en muy buena parte, me levantaba muy temprano, me iba a preparar un café y me sentaba a escribir hasta que despertara Pablo, mi hijo y llegara la hora de llevarlo al colegio, y ahí empezaba una jornada laboral, una diferente. Entonces es una novela que la escribí muy en la madrugada, y ahora me está pasando otra vez, voy escribiendo en los espacios y tiempos que tengo. Aunque al final mi hijo no me roba tanto tiempo como me lo roban los otros trabajos”.
¿Y las ideas?
“Esto es muy bonito, como empieza a gestarse dentro de una, una idea, una obsesión, como la identificas. Como muchas veces intentas escapar de ella y luego no puedes y la tienes que escribir. Termina siendo inevitable y si huyes de eso, te equivocas”.
El primer capítulo del libro se llama “Matías” de ahí viene el título del libro, un niño que cae a la ría, lo intentan buscar, no lo encuentran pese a muchos esfuerzos, la marea baja y lo pueden ver, también ven vida, plantas, otros mundo y la muerte ese día estaba en la escena. Encarando la vida misma y la realidad de un mundo que todavía no conocemos.
La novela está ubicada, sin bien no lo menciona, en Pasaia, un pueblo costero de San Sebastián municipio de la comunidad autónoma del País Vasco...
“Sí y de ahí la importancia de las mareas en Pasaia, porque llenan y vacían las rías, y cambia muchísimo el paisaje, para mí que soy de Madrid, ir a la costa y ver esto me hace alucinar ver la playa con marea alta y con marea baja. Hay días donde la playa desaparece y el mar llega hasta la ciudad, eso por un lado”-
¿También conecta con La bajamar?
“Para mí que es tan importante la historia política, está la marea como historia y las personas como barcas que se zarandean un poco por esa fuerza, y por otro lado todo lo que emerge cuando se retira el agua. Hay vida que no vemos, muerte que tampoco y es como la vida de estas tres mujeres en la novela con las cosas que no se dicen, pero que existen”.
¿Y los personajes?
“Planteé la idea de crear tres voces, tres diferentes para que una no contara la otra, que para tener recuerdos no es necesario vivirlos, solo contarlos. Yo quería que cada personaje tuviera su voz. Ruth el personaje mayor nació cuando un lector en un club de lectura me dice que su abuela tiene una historia de exilio, y en la pandemia mientras la visitaba grababa esas historias y me las enviaban por Whatsapp, entonces Ruth fue muy fácil de escribir, o sea no solo porque tenía la voz, no está transcrito, era otra cosa, sino porque podía imaginar a su familia grabándola en un diálogo sin respuesta, contando con todos esos tics y onomatopeyas que tiene. Me acuerdo cuando escuché “no, no, y nos pusieron tres vacunas y ¡raz, raz raz!” y yo pensé esto lo tengo que poner tal cual.
Luego Adriana que es el personaje que yo más quiero, sobre todo porque es la generación de mi madre y de alguna forma, la he tenido que mirar mucho a mi madre y mirarme a mí como hija para poder escribir. Adriana no se parece en nada a mi madre pero sí representa esa generación de los 40 y 50 que en España es educada en una dictadura, luego llega la democracia y en el país vasco crecen en un contexto de violencia. En España pienso que con esta generación hemos sido tremendamente injustos, sobre todo con las mujeres porque trabajan mucho dentro de casa, pasaban mucho tiempo criando a sus hijos, con todas las tareas y los hombres no comparecen ante esa responsabilidad. Entonces quité esa etiqueta de mamá e hice que fuera una mujer más profunda, amante a la lectura, que hubiese estudiado, que hubiese trabajado también en la fábrica, y sacando adelante sola a su hija renunciando a esa ‘revolución’.
Y después Aridane que fue la que más me costó porque es la que tiene que ver más conmigo y su ética es muy difícil de entender, por como una mujer puede intentar explorar la idea de abandonar a su hija, teniendo todo, su hogar, su marido que está ahí para ella, que le ayuda, y bueno su mal es contemporáneo y tiene que ver mucho con esa exigencia y esa lucha que hay entre la maternidad tal y como ha sido durante siglos y el feminismo también. y esa nueva identidad y esos deseos... a mí me parece que ese conflicto entre maternidad y feminismo todavía no está resuelto. Porque seguimos siendo las mismas madres que hace cien años, con las mismas exigencias y siempre hay miedos, el estado de bienestar falla, tiene muchas fisuras, el sistema pone delante muchos deseos que no puedes ir por ellos y chocan dos universos, y bueno también ella tiene un problema mental que se llama ansiedad”.
La hija del comunista (Caballo de Troya, 2017) fue galardonada con el Premio Ojo Crítico en 2017 a la Mejor Novela del Año y traducida a siete idiomas.
La bajamar nos muestra que cada familia, cada integrante tiene secretos, pasados, miedos.
Las pequeñas revoluciones que se viven a diario para cambiar lo que somos, La capacidad para preguntarle a los papás y abuelos si fueron felices en la vida, si lograron algo de lo que se propusieron cuando eran jóvenes y la como la vida los encaminó por que son hoy día.