Luis Alirio Calle habla con la serenidad de quien sabe escuchar. Ha ejercido el periodismo durante más de 40 años. Quizá lo recuerde sobre todo por sus apariciones en televisión: Teleantioquia, Telemedellín, Caracol, RCN y El Mundo han hecho parte de su trayectoria como reportero y presentador. Junto a esa vida que ha llevado entre micrófonos y pantallas, escribir literatura y publicar es “un anhelo que se concreta ahora con este primer librito”.
Su primera publicación de ficción (en 2011 ya había hecho la crónica El día que fui con Escobar a La Catedral) es de 14 cuentos sobre pecar. El nombre, Pecados originales. “No hace necesariamente referencia al concepto católico que tenemos de pecado original. En el fondo, digo yo, todo pecado es original las veces que se cometa”.
Amor, sexualidad, violencia son algunos de los temas de estos cuentos...
“Uno como escritor está en una labor de escarbar, de buscar en lo que es profundamente humano. Eso que es profundamente humano choca con la realidad, con los convencionalismos, con la cultura. Un niño resulta muy confundido y sufre mucho cuando se da cuenta de que hay actos que lo hacen feliz, pero que son pecado, que son malos en el discurso de sus papás y sus abuelos, en virtud de la religión, la educación, las normas. La finalidad es revelar eso que suele chocar con el orden social, eso que crea problemas, amarguras, sufrimiento”.
¿Para qué revelarlo? ¿De qué sirve?
“Somos seres pensantes y vamos detrás de algo, de un sentido. La literatura, como parte del arte, ayuda a encontrar ese sentido, o ese sinsentido, qué sé yo, eso depende también de los propios lectores. Cuando un trabajo, una novela, un cuento o un poema se publican, los dueños de eso ya son los lectores, ellos hacen su propia interpretación según su mundo y el ángulo de donde lo vean. Ya lo advertía Jorge Luis Borges: a un escritor le está dado escribir una historia, pero no la moralidad de la historia. Uno simplemente intenta dejar ver lo que sucede en la realidad en que vivimos, de qué manera interviene con nosotros como seres humanos. El cuento es un paso, un trampolín para pensar en más cosas. Hay grandes posibilidades de acercarse a la verdad, y es eso lo que lo mantiene a uno en vilo en la vida”.
En esa búsqueda de verdades, ¿qué papel tiene el periodismo? ¿Cómo se relaciona con la literatura?
“Yo he dicho por ahí que el periodismo es para saber uno dónde está parado. Su misión es ayudar a la gente a saber dónde está parada histórica, cultural, política, económicamente, pero el periodismo y la historia, de algún modo, están marcados por intereses, por ideología, corrientes, y no pueden pasar de cierto límite. En cambio eso no pasa con la literatura ni con la prosa ni con la poesía. Esa es la gran ventaja que tiene, por eso diría yo que la literatura puede tener una mayor potestad que la historia y que el periodismo para acercarnos a la verdad, sin que necesariamente se llegue a ella... La verdad es una cosa muy complicada, muy diversa como diversos somos los seres humanos”.
¿Cómo fue el proceso de escritura?
“Yo soy periodista hace 42 años y siempre quise escribir, mi vocación era ser cronista de prensa, y aunque tuve la oportunidad, fue muy breve. La mayoría del tiempo ha sido en televisión, cosa curiosa, porque era la parte de los medios que menos me llamaba la atención. El caso es que usted sabe que este oficio es demandante, le exige a uno tiempo, entonces para escribir he tenido que robarle tiempo al descanso. Poco a poco he ido escribiendo uno tras otro, en el libro hay una selección de 14, pero en realidad son más”
¿Qué tan premeditadas son las historias? ¿Usted las controla o se escriben solas?
Uno no escribe un cuento porque “punto”, lo quiero escribir. Hay un propósito en el cuento mismo y muchas veces es la historia la que le va dando a uno la luz hacia la cual ir. No necesariamente el escritor tiene que tener esa luz lista desde el momento en que escribe la primera línea, incluso a veces los personajes se van revelando por sí solos de acuerdo con la realidad en la que viven.
En ese caso, ¿la forma en que están escritas tampoco es premeditada? El tiempo verbal, la primera o la tercera persona...
Para mí es muy intuitivo, no hay una razón del todo clara por la cual el primer cuento y el último están contados en primera persona, por ejemplo. Mire, cuando uno está frente a la historia y de golpe empieza con las primeras frases, se da cuenta de que está escribiendo en primera o tercera persona, y uno no sabe a ciencia cierta por qué. Yo siento que en primera persona lo cuento mejor, pero también cuando lo escribo en tercera persona siento que esa es la forma de hacerlo. La mente le va dando a uno los ritmos y los espacios. Muchos de esos cuentos ocurren en Yarumal, por ejemplo, donde yo nací, pero cada uno parece que ocurrió en un pueblo distinto y cada uno tiene su propio nombre.
¿Tiene un ritual de escritura?
Pues yo me pongo en la idea de escribir mínimo una hora diaria. Hay días en que no se puede y quedo en el vacío, otras veces no es solo una hora sino media, o dos o hasta tres. Ahora más que robarle tiempo al descanso, es robarle tiempo a la escritura para descansar (risas). Yo ya me pensioné como periodista, pero sigo haciendo algunos trabajos que demandan tiempo entonces no tengo cómo dedicarme solo a esto, ojalá pudiera, pero toca seguir haciendo otros trabajitos para seguir viviendo. Mientras tanto es lo normal, la rutina mía es escribir en la casa, en el computador que tengo, pero en cualquier momento le viene a uno una idea, un nombre, un personaje entonces hay que cargar con una libretica para escribir. Tengo un montón de noticas por ahí regadas y ya las voy organizando. Pero cuando es el trabajo propiamente dicho sí me siento con toda la calma frente al computador a escribir.
¿Quién es Humberto Barrera O. al que le dedica el epígrafe?
Humberto Barrera es un amigo mío. Nos conocimos en Yarumal cuando estudiábamos en el bachillerato. Yo cogí por el lado de la comunicación social y él estudió Filosofía y Letras, es investigador de temas históricos, particularmente de José María Córdova. En virtud de la amistad él fue el primero en revisarme esos cuentos que yo tenía escritos y le pedí que lo hiciera con ojos de editor y eso hizo, trascender el asunto de la amistad, me ayudó a ver muchas cosas, ideas, correcciones, sugerencias. Fue muy enriquecedor, por eso mi agradecimiento.
¿Y el periodismo? ¿Le aportó algo a Pecados originales?
En este oficio uno se encuentra a veces con historias que no son noticia, que no le importan a nadie, pero hay en esa historia un dolor, una frustración, un hallazgo feliz, algo que es revelador desde lo humano, desde eso que es la humanidad. Entonces uno como periodista no puede hacer una noticia con esa historia, y se queda como una frustración. Pero la literatura ofrece esa posibilidad. Hay cosas que nos pasan a los seres humanos que la única manera que soportan ser contadas es por medio de la poesía, un cuento o una novela. Eso es lo que uno descubre mientras hace periodismo y piensa en la literatura. Este oficio que yo he hecho durante 42 años ha sido muy cercano a ese anhelo que he tenido de escribir y publicar. Anhelo que se concreta ahora con este primer librito.