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La historia —sus luces y los pasadizos de sombra— es un insumo de la ficción literaria. Tras investigar en archivos y libros las causas y consecuencias de la primera huelga masiva registrada en el país —la huelga de señoritas, en la Fábrica de Tejidos de Bello— el escritor Reinaldo Spitaletta tomó la decisión de llevar la figura de la líder obrera Betsabé Espinal al terreno de la literatura. En efecto, en Betsabé y Betsabé se cruzan los hilos de la historia con los de la imaginación. Publicada por la editorial de la UPB, se trata de la cuarta novela del autor bellanita.
¿Cómo descubrió a Betsabé Espinal y por qué decidió escribir una novela?
“Esta novela tiene raíces de carácter histórico por el personaje de Betsabé Espinal, que es una mujer de los años veinte: ella surge en medio de una situación específica en Colombia, el derecho a la huelga aprobado en 1919, en el Gobierno de Marco Fidel Suarez. La primera huelga —que tiene lugar en 1920— estalla en Bello, que fue el primer lugar en el que se estableció el modelo empresarial antioqueño. Ahí nace la industria textilera del Valle de Aburrá. El personaje es histórico, pero en el libro hay otra Betsabé, la tía del narrador, que tiene una serie de condiciones extraordinarias porque es una adivina, una suerte de pitonisa popular. Y va a ser en la novela un contrapunto de Betsabé Espinal.
Esta novela combina la historia con la literatura. Es un libro de metaficción porque creé un narrador que parece ser el autor pero no lo es. El narrador es un estudiante universitario en los setenta que va a hacer una tesis de grado sobre Betsabé Espinal y las cuatrocientas señoritas que estuvieron en esa huelga
Me pareció que Betsabé necesitaba ser narrada desde la perspectiva de la literatura, de la ficción. Tenía esos elementos históricos, pero también de carácter literario. Además, había que novelar la década de los setenta, que ha sido poco novelada aquí. En particular el momento del paro cívico del 77 contra López Michelsen”.
¿Qué había en Antioquia en ese momento que provocara esa efervescencia sindical e intelectual?
“Desde el siglo XIX en Medellín y en Antioquia había muchas publicaciones periódicas. Y hay una serie de fenómenos culturales que permitían desprenderse de los mecanismos de control estatal y del control eclesiástico. En 1919 en Medellín se crea un periódico El Luchador, de tendencia socialista. La revolución de octubre de 1917 había influenciado mucha gente en el mundo y Medellín no se quedaba atrás. EL Luchador tuvo mucho influjo en la huelga. La única foto de Betsabé que se conoce la mandó a tomar El Luchador, se la encargó a Melitón Rodríguez. Había un despertar de consciencias. Betsabé tenía una conexión con las nuevas ideas.
La huelga de las señoritas logró romper un cerco ideológico, un cerco de carácter religioso y patronal. La huelga se hace muy visible porque los periódicos la cubren. Los reporteros exaltaron el trabajo de las huelguistas: a la misma Betsabé la van a llamar la Juana de Arco colombiana. La novela en realidad habla de las derrotas de los trabajadores, de los sindicalistas”.