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Medellín es un frenesí, una encrucijada entre la fiesta y la muerte. Eso se percibe en Rúa, el montaje con el que los estudiantes de cuarto semestre de teatro de la Universidad de Antioquia y el profesor Felipe Caicedo quisieron rescatar del olvido académico la obra y la vida de Juan Guillermo Rúa, uno de los pioneros del teatro callejero de la capital de la montaña.
En el escenario los personajes pasan de la rumba —de cantar a todo pulmón ¡Qué viva Changó!— a las marchas por el día del teatro o por el del trabajo. También hay escenas de amor y desamor y los relatos de una víctima que pagó con su vida saltarse las fronteras de los toques de queda impuestos por las fuerzas de la delincuencia. La obra lleva al escenario los vértigos de una ciudad que salía de los sueños de la industrialización para sumergirse en las pesadillas del narcotráfico y el paramilitarismo.
La dramaturgia resultó de leer los archivos de Juan Guillermo, que sus familiares han digitalizado para la consulta de investigadores y amantes del teatro. Por eso, el parlamento de los personajes son extractos de las cartas, de las notas, las obras, las canciones y los poemas que el teatrero produjo a lo largo de su vida.
El texto dramático fue escrito por los estudiantes, en los ejercicios de la clase Sistemas escénicos, la asignatura que los lleva a montar una obra con todas las herramientas que han visto en los semestres anteriores. En este caso, Felipe quiso que la obra le hiciera justicia a algunos de los teatreros de Medellín y supo que el adecuado era Juan Guillermo tras leer Cartas a Tell, su correspondencia. La alusión al legendario personaje europeo también explica el hecho que los personajes lleven en la parte superior de la cabeza una manzana. “Juan Guillermo decía que en Medellín todos podemos ser blancos de las balas”, cuenta Felipe.
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Aunque el estreno oficial de la obra sea el seis de junio en el Camilo Torres —el sitio en el que comenzó la carrera de Rúa—, los actores y el director la presentaron a un grupo de docentes y compañeros de carrera. Allí el público vio el equilibrio de un relato que capta la efervescencia de Medellín en los setenta y ochenta y la mezcla con momentos de lirismo íntimos. De esa manera, por ejemplo, se ve el estallido de un carro bomba —un carro de juguete amarrado a una bomba llena de confeti—, la brutalidad de despedazar un cuerpo para embolsarlo y, también, los abrazos de una pareja que ha perdido el amor y los bailes en la discoteca El oro de Múnich, un epicentro de la bohemia de la época. En ese sentido, Rúa es un personaje concreto y el pretexto para mostrar un tiempo atroz y bello.
Felipe —que es el director de Anamnésico Colectivo Teatral— pretende que la obra no se limite a ser un ejercicio de clase. Por eso, además de la función de junio, busca espacios en otros teatros de la ciudad. Con ello el legado de un creador del pasado diálogo con la formación y el trabajo de los jóvenes. A fin de cuentas, los sueños de un mundo mejor, de hacer la vida una obra de arte, alimentaron a Juan Guillermo y lo hacen con los de los actores que sin terminar el pregrado ya se suben a las tablas y a los andamios.
Periodista, Magíster en Estudios Literarios. Lector, caminante. Hincha del Deportes Quindío.