Sumados todos los caminos que recorrió el equipo de rodaje de Rubén Mendoza para hacer Niña errante, fueron cerca de 3.500 kilómetros filmando a Colombia. El director comenzó con esta ruta desde 2014, solo y acompañado.
La cinta narra el recorrido que hacen cuatro hermanas medias por Colombia, de sur a norte. “Es un viaje sobre el significado particular que tiene para una niña, una mujer, una huérfana, una nueva solitaria, atravesar un país como el nuestro”, dice el director.
La película fue estrenada durante la controversial inauguración del Ficci, en la que Mendoza lanzó fuertes críticas al gobierno. Con esta, él completa 4 largometrajes de ficción y 2 documentales.
Llegará a las salas del país el 4 de abril.
¿Cómo surge la
historia de la Niña errante?
“Recuerdo esta sensación de ver cómo están cuatro mujeres cuando circulan sin cruzarse en el camino masculino. Luego se fue armando en mi cabeza dejarlas solas en una habitación, explorando los caminos de la hermandad, la genética, la biología, el vínculo a través del duelo. Después llegó la sensación de una niña perdida que no tiene un lugar en el mundo y que muchos hemos compartido”.
¿Por qué le interesó
hacer una película con
y sobre mujeres?
“Mi vida ha estado zurcada por mujeres. Mi casa es un reino matriarcal. Desde muy pequeño fui muy devoto y curioso de la energía femenina. Desde niño tuve buenas relaciones con mis abuelas, conocí mujeres muy poderosas que n0 eran ni medianamente parecidas a las que son ahora”.
¿Cómo fue trabajar con tantas mujeres, crew y protagonistas, durante en el rodaje?
“No pienso la gente por género. Tengo química y funciona bien. Estoy convencido de que el cambio de poderes y manos debería ser una realidad. Los círculos donde uno ve mujeres son mucho menos propensos a la corrupción y la violencia. Un día escuché aterrado una encuesta en La W sobre quiénes eran más conflictivos, si los hombres o mujeres. Luego pensaba que ese era un cuento patriarcal –de los mismos que dicen cuál es bonita y cuál no– para dividir más”.
¿Concibió la película como una road movie o salió así?
“Para mí la carretera –como el cuerpo– es un personaje. El territorio y la piel como frontera, los ríos como bordes naturales. Me gustó que fuera un viaje porque obliga a todos a mirar a un solo lado, porque nadie tiene su casa, porque tienen que refugiarse con sus compañeros de viaje; me gustaba el hecho de lo lejos que iba a quedar aislada la niña. El viaje era fundamental porque se comprimen muchas fuerzas y se transforman las cosas más rápido por la compañía de las personas”.
¿Qué se encuentra
haciendo ahora?
“Siempre me encuentro películas, documentales y ficción, lo que faltan son recursos”.
¿Su idea era mostrar los paisajes de Colombia?
“No ando preocupado por expandir la marca Colombia, la marca País o por ser un agente turístico. Me molesta que el cine caiga en esto, cuando en realidad la geografía lo determina todo en este mundo. Por ejemplo este país, sin estaciones y con pisos térmicos, donde uno puede ser un extranjero cada 100 kilómetros, encontrarse otra idiosincrasia, otra comida, otra forma de vestir”.
¿Ha vuelto a hablar
con la Señorita María?
“Fui su amistad más larga por siete años. Hace unos meses no hablamos”.