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Es negro con letras blancas. Y puede guardar silencio, porque el tapabocas habla por usted. Dice: Melifluo: dulce, suave, delicado y tierno en el trato o en la manera de hablar. La obra es del artista Jorge Julián Aristizábal. A él le pareció que llevar un texto en la boca podía ser más poderoso que una imagen, y más la palabra melifluo, que quiere decir ternura y calidad al hablar. Mensaje subliminal, precisa, sobre cómo se debe hablar apropiadamente al público. Más con la boca tapada.
Esa mascarilla es parte de una colección que suma la propuesta de otros 28 artistas del país, en una alianza entre Ondademar y la Cámara de Comercio de Bogotá, y que reunió a galerías de la capital, Cali y Medellín, para que 29 creadores hicieran de esa prenda que ya se volvió cotidiana, una obra de arte. De la ciudad participan Lokkus, Policroma y Plecto, así como La Balsa y La Cometa, que son de Bogotá y tienen sedes acá. Artistas locales son tres, Jorge Julián Aristizábal, Carlos Montoya y Julián Urrego.
“Hemos ideado un proyecto que es un fondo para las artes que beneficia artistas, galerías y museos, y visibiliza lo importante que resulta la cultura en nuestra sociedad, más en estos tiempos. A su vez está pensado en promover el autocuidado”, explica María Paz Gaviria, gerente de plataformas de la Cámara de Comercio de Bogotá.
Son 999 piezas que se venderán desde este sábado a $30.000 en las tiendas físicas y virtuales de OndadeMar, y en 15 supermercados Carulla del país.
El dinero recogido va al Fondo de apoyo al arte, precisa María Paz: el 10 % de las utilidades son para los creadores que participaron, y el resto a cuatro museos, los tres de Arte Moderno de Medellín, Bogotá y Barranquilla (Mamm, Mambo y Mamb), y la Tertulia de Cali. La propuesta es circular: con ese dinero los museos compran obras a las galerías.
“Precisamente ideamos este proyecto para que fuera nacional, que conectara las artes plásticas y seleccionamos un museo privado por cada una de las regiones de Colombia. Es un modelo donde todos los artistas, desde los consolidados hasta los jovencitos, ganan por igual, y los recursos se reinvierten en la compra de otros artistas”, explica la gerente de plataformas.
María Mercedes González, directora del Mamm, añade que es una iniciativa que contribuye a enriquecer las colecciones de arte de estos museos, el acervo patrimonial que cada una de estas instituciones ha construido, y “que es finalmente parte del alma y la historia del país”.
La propuesta tiene además dos intenciones, por un lado la reactivación comercial, y por otro generar consciencia en los ciudadanos, precisa María Paz, sobre la importancia de la cultura y el autocuidado.
“Es un círculo de colaboración. Cuando uno quiere que se den muchas cosas, se juntan las instituciones que son”, dice Margarita Alejandra Corrales Suárez, gerente de marca de OndadeMar.
Y es colaborativo porque busca que la ciudadanía participe. María Mercedes señala que es interesante en tanto la gente participa directamente y contribuye al sector cultural. “Al comprar los tapabocas estará apoyando a los museos de sus ciudades, a las galerías, a los artistas. Es una manera de respaldar a las entidades culturales directamente”.
A cada artista le pasaron los moldes y ellos hacían la obra de arte que enviaban al área de diseño de la marca de vestidos de baños, desde donde lo convertían en una pieza para producción. Después de aprobar colores y pulir detalles, los 29 diseños estuvieron listos.
Cada creador eligió su mensaje. Álvaro Barros, por ejemplo, decidió que su obra no sería un tapabocas sino un pañuelo. “Lo tomé como un acto simbólico. El pañuelo es usado en las enfermedades virales. Hice un dibujo dentro de la línea mía que está más cercana a lo filosófico que trabaja el arte”. De ahí que pusiera una figura masculina meditando, del que salen unas indicaciones con escritos a los lados tomados del tarot egipcio, explica él.
Se trataba de que cada artista expresara un poco su sentir y diera su mensaje, dice María Paz. “Por esta razón es muy variado el tipo de obras. Algunas tienen interpretaciones gráficas, otras son solo texto. Es una expresión muy variada de artistas, grandes maestros y jóvenes promesas que buscan expresarse a través de esta nueva forma”.
Y en ese sentido además es un proyecto que permite reflexionar sobre el arte y el papel de la cultura en la sociedad. “Ella tiene esa posibilidad de que a través de sus expresiones, de sus cuestionamientos, de lo que señala, o sencillamente por su belleza, tiene esa posibilidad de inspirar conversaciones, de generar reflexiones y darnos luces de cómo navegar estos tiempos”.
En momentos en que se está solo en casa, añade Manuela Velásquez, directora de Lokkus, que se está separado de los seres queridos, las manifestaciones artísticas, los cuadros, las esculturas, el cine, los libros han sido compañía. “El arte es un transformador de la sociedad. Sin la cultura no hubiéramos podido pasar estos momentos. El arte siempre ha cuidado nuestra alma y espíritu”.
La colección de mascarillas une esas dos ideas: llevar el arte en un objeto cotidiano y, a su vez, invitar a cuidarse. El maestro Barros lo explica más: “En realidad el arte siempre nos cuida, especialmente los malestares espirituales. Tiene una dualidad, porque se origina en el espíritu y se manifiesta a través de una obra de arte material. Su finalidad es comunicar y lo que hemos querido los artistas es hacer un acto simbólico relacionado con el cuidado general”.
Puede elegir qué artista va a llevar en su cara: Antonio Caro se fue por las letras blancas, pero en rojo, ¡Hola! Zapatín con cola. Bömhers Agrias le pone en la boca una mariposa y Andrés Matías Pinilla lo manda a la calle con un gato gritón. En el de Ana González hay una devastación y en el de Karolina Rojas un aviario. Cuente 29, que el arte tapa la boca (y lo cuida, literal).
Es periodista porque le gusta la cultura y escribir. A veces intenta con la ficción, y con los poemas, y es Camila Avril. Editora de la revista Generación. Estudió Hermenéutica Literaria.