Muy pocos nombres de la industria del cómic estadounidense tienen el impacto popular que el de Stan Lee, el guionista que cocreó los personajes más importantes y visibles de la Casa Marvel. La lista es larga e incluye a Spiderman, los X men, los Cuatro Fantásticos, Iron Man, Hulk y la Bruja Escarlata.
Por ese motivo, las redes sociales y la prensa internacional se han llenado de homenajes a Lee, quien nació el 28 de diciembre de 1922.
El nombre civil del escritor fue Stanley Martin Lieber y perteneció a una familia de inmigrantes judíos que llegó a Nueva York a inicios del siglo XX. La familia de Lee enfrentó los rigores de la Gran Depresión con el salario del padre, que ejercía el oficio de la sastrería.
En el universo estético de Lee son claves las figuras de Arhur Conan Doyle –el creador del mítico Sherlock Holmes–, Robert Louis Stevenson –autor del libro que narra la personalidad escindida de Doctor Jekyll y Mister Hyde–, y Edgar Rice Burroughs, responsable de llevar a las páginas de una novela la historia de Tarzán. La admiración por el trabajo de estos artistas explica algunos elementos muy reconocibles en la obra de Lee, entre ellos la humanización del héroe.
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Antes de entrar en la industria del comic, Lee fue recadero y escritor de textos por encargo (obituarios y comunicados de prensa). Su debut en la narración gráfica se dio en 1942 con una historia de dos páginas protagonizada por el Capitán América, un personaje creado un año antes por Jack Kirby y Joe Simon.
Desde entonces abandonó su nombre oficial para adoptar el seudónimo que lo hizo famoso internacionalmente. En un primer momento, la decisión obedeció a la idea de cuidar su imagen e identidad para una eventual incursión en la literatura. Sin embargo, el éxito de sus guiones lo llevó a asumir el seudónimo como nombre propio.