Juan David Idárraga y su hijo Lorenzo, de 3 años de edad, esperan pacientes los 365 días del año para disfrutar del Clásico EL COLOMBIANO, evento que no se pierden desde 2014.
“Es un certamen especial. Yo fui deportista, y ahora que Lorenzo ha mostrado ese amor y gusto por la bicicleta siempre vamos a acompañarlo. Allí goza, junto a otros niños, de un evento lindo que congrega a muchas familias, no solo de Antioquia sino de otras regiones”, dice el orgulloso padre, quien en su rol de entrenador recibe durante el año el llamado de otros deportistas que vienen del Eje Cafetero, Cali y otras ciudades a participar en las diferentes modalidades del Clásico.
Y claro, él ya tiene todo listo para la prueba de Lorenzo este sábado.
Su pequeño ya apartó en su habitación el espacio para su tercera medalla del Clásico.
Esta futura promesa del bicicrós local aprendió a caminar montado en su bici, así lo recuerda su padre, quien argumenta que los primeros pinitos de Lorenzo fueron al cumplir un año, gracias a que una amiga de la familia le regaló un caballito de carbono, que de inmediato empezó a disfrutar. En los genes del niño, el amor por la ruedas proviene de su papá, quien fue bicicrosista desde los 6 años y se retiró a los 21 para dedicarse al estudio.
Pero la pasión por las ruedas y los deportes a motor son evidentes en este pequeño, por ello se deleita viendo por televisión a la que llama su “novia” -Mariana Pajón-, y se “acelera” al máximo con las pericias de su ídolo, el italiano Valentino Rossi o de su tocayo, el español Jorge Lorenzo.
“Cuando se concentra a verlos nadie le puede hablar. Él salta y mueve su cuerpo al ritmo que van los competidores, es todo un espectáculo”, dice el feliz padre, quien con Lorenzo está viviendo toda la experiencia que de joven experimentó con su familia, que siempre lo apoyó.
En las clases que imparte, mientras Juan David corrige y dirige a sus muchachos, Lorenzo les toma prestados los guantes, el casco y los motiva para realizar sus saltos.
Este fin de semana, tanto Lorenzo Idárraga Celis como los amigos que siempre hace en la competencia, estarán en la unidad deportiva de Belén y en la pista del Adventure Bosi Camp, ubicada en Caldas, buscando su nueva medalla.
En esta aventura sus padres estarán no solo para alentarlo, sino para acompañarlo en el recorrido, pues los pequeños corredores deben estar respaldados en la prueba por sus progenitores, quienes también gozan al máximo con la diversión que viven los más “chiquis” del Clásico.