De niño, Jarlinson Pantano corría detrás de un balón en busca de sus sueños. Aunque el talento y potencial de sus piernas le sirvieron para salir adelante en un deporte que no fue el fútbol.
“Es que no era tan bueno como yo, por fortuna le hizo caso a mi padre y se inclinó mejor por el ciclismo”, recordaba en días pasados, y mientras reía, su hermano Carlos Andrés, quien hizo parte de las divisiones menores del América de Cali y años después, al ver los grandes progresos de Jarlison en el pedalismo, también quiso seguir sus pasos sobre una bicicleta.
“Empecé a rodar con mi padre y Jarlinson, me rendía, aunque para seguir el fuerte paso de mi hermano era complicado”.
Y al igual que Carlos Andrés, los mejores corredores del mundo también han sufrido cuando Jarlinson se lanza al ataque y deben seguirlo, como sucedió en el Tour que termina hoy, en el que se convirtió, para sorpresa de muchos, en uno de los grandes animadores de la competencia, pues no solo mostró sus virtudes como velocista sino también como escalador.
En 2015, al término de la etapa 16 de la carrera francesa en Gap, al corredor de 27 años que nació en El Cerrito, Valle, se le vieron caer lágrimas de dolor por su mejilla. Luego de protagonizar una espectacular fuga, no pudo redondear su faena con triunfo. Terminó tercero, de ahí su impotencia.
Un año después se le volvieron a encharcar los ojos, pero esta vez de felicidad, luego de ganar la fracción 15 en Culoz y de arribar segundo en la 17 en Finhaut-Emosson y en la 20, ayer en Morzine.
“Dios y las personas que han estado a mi lado saben los sacrificios que he hecho para llegar donde estoy; estoy feliz de darles estas alegrías a mi seres queridos y a Colombia”, dijo el gracioso ciclista a quien apodan País, palabra que utiliza para saludar a la gente.
“Desde que lo vi correr me di cuenta que era un corredor inteligente, con buena percepción de espacios, sobre todo en los últimos metros, me impresionó su velocidad, fortaleza, siempre quería más”, indica Luis Fernando Saldarriaga, entrenador que ayudó en la formación de Pantano cuando lo dirigió en el Colombia es Pasión, escuadra con la que dio un aviso de lo que podría lograr en el futuro, luego de terminar tercero en la general del Tour de l’Avenir en 2010, ganado por Nairo Quintana.
Ahora se ganó el respeto de los contendores y la admiración de todo un país que vibró con sus fuertes, seguros y arriesgados pedalazos en el ascenso, llano y descenso.
“Chapeau Pantano”, escribió ayer con júbilo, en Facebook, Fabio Parra, queriendo decir que se quitaba el sombrero ante el vallecaucano, todo un reconocimiento del exciclista, quien añadió: ¡qué etapa, qué valiente”.
Pantano evidencia felicidad al empezar a recoger los frutos de un largo tiempo lleno de esfuerzos, en el que la victoria se le escapó varias veces en los metros finales. “Me marcho del Tour con mucha confianza. Contento por el segundo puesto de hoy -ayer- aunque no niego que siempre quiero ganar. He hecho una buena última semana y eso me da motivación para el futuro”. En Cali su esposa Yessenia lo espera, con sancocho incluido, para celebrar en familia su grata presentación